miércoles, octubre 25, 2006

011. ¿PLAYAS DE ESTACIONAMIENTO?

Muchas instituciones educativas se han convertido en playas de estacionamiento en las que los padres depositan sus hijos en horas determinadas con el único compromiso de pasar a retirarlos al concluir el turno. Como en las playas, los responsables entregan las llaves de sus vehículos o el control de sus hijos, aunque quienes trabajan allí sólo estén para cambiarlos de sitios y asegurarse mayor cantidad de lugar. A veces ofrecen servicios adicionales, pero siempre son superficiales: la limpieza, el lavado, el cuidado. Lo que interesa no es que el auto cambie, sino que esté disponible y sin riesgos – bajo control y encerrado – para regresarlo al dueño que lo pasa a retirar. Es por eso, tal vez que los padres prefieren no pedirle mayores cosas a la escuela con tal de que sus hijos estén seguros, vigilados y controlados, algunas horas por días y cinco días de la semana. Los autos, como los alumnos, pueden pasar años en la playa de estacionamiento: nada cambiará en ellos, sino que solamente acumularán años. La seguridad, como se ve, tiene sus costos: hay que admitir que los playeros (¿los docentes?) no están para remediar, agregar o prevenir: se les paga para estar, controlar la entrada y la salida, registrar, recibir y entregar la unidad. Las playas de estacionamiento suelen ser contagiosas: siempre hay más, y en algunos casos se amplían en cantidad y se extienden a todos los niveles.
Existe a su vez una curiosa relación con los autos y su antigüedad: a los nuevos, los dueños los cuidan con particular empeño, no tanto porque son frágiles sino porque temen por su seguridad, por su integridad y suponen que el ojo vigilante sobre lo que hacen quienes lo tienen provisoriamente a su cargo puede representar cierta garantía. A medida que pasan los años y los modelos envejecen los propietarios tienden a desentenderse de los mismos y, casi, no hacen más que reproducir rituales automáticos desconociendo en el fondo lo que realizan en su ausencia. De la misma manera que las mochilas y las instrumentos de estudios tienen una desaparición progresiva y sistemática con el correr de los años, la protección y el cuidado se desvanece con el paso de los días... y los playeros hacen (o dejan de hacer) sin mayores contemplaciones.

No todas las playas de estacionamientos son iguales. Coinciden en la función (todas guardan los autos) pero difieren en el trato y en las comodidades. Algunos llaman playas de estacionamientos a un espacio en la calle pública en donde los autos se acomodan guiados por algunos encargados en guiar las maniobras. Hay poca diferencia entre dejarlos en la calle – sin cuidado – y dejarlos en estos lugares que no son más que una porción de la vía publica sometida a cierta vigilancia. Otras playas tienen muros protectores, pero funcionan a cielo abierto y la protección también es relativa: simplemente se han encargado de cercar un espacio disponible sin ofrecer mayores protecciones. En otras, el espacio es mínimo y sólo la habilidad de los playeros permite encontrar un lugar en medio de una multitud de vehículos. Están las playas construidas arquitectónicamente para esa función que suman varios pisos para poder albergar la mayor cantidad de vehículos. Y finalmente están las playas de estacionamiento de lujo: cerradas, cubiertas, con cada uno de los box pre-definido y la posibilidad de ver cada una de las unidades custodiadas y cuidadas hasta en los mínimos detalles. Cada uno puede disfrutar de una playa al gusto de sus posibilidades económicas y la cercanía geográfica. Aunque hay propietarios que optan por hacer cotidianamente un esfuerzo extraordinario para lograr la mejor playa para sus autos.