viernes, febrero 06, 2009

371. SUPO LA HISTORIA DE UN GOLPE


Y es verdad: lo terrible, horrible, lo malo, lo que nos hiere lo aprendemos en seguida. Tal vez sea porque nos llena de dolor, de angustia, de impotencia. Una muerte, muchas muertes, una injusticia, un fracaso, una traición, la ausencia del padre o de la madre, una separación, una enfermedad (propia o ajena), la guerra, el hambre, la injusticia y la exclusión. No hay forma de esquivarlo, de no darse cuenta, de no sufrirlo. Por eso lo horrible siempre se aprende de manera inmediata. Y la letra que SILVIO RODRIGUEZ en 1969 pensó para su poesía – canción “el elegido” es una buena síntesis de estas verdades. La canción estaba y está dedicada al CHE y fue escrita en años muy próximos a su muerte. La estrofa que acompaña la frase es interesante: “Supo la historia de un golpe,/ sintió en su cabeza cristales molidos/ y comprendió que la guerra/era la paz del futuro:/lo más terrible se aprende enseguida /y lo hermoso nos cuesta la vida. /La última vez lo vi irse/ entre humo y metralla,/ contento y desnudo:/ iba matando canallas/ con su cañón de futuro.”

Uno piensa en el día en que le comunican ya no tiene madre, o cuando descubre que su padre ha partido, o descubre que no es natural, necesariamente pobre, sino que es pobre mientras otros tienen demasiado, o descubre el secreto de una vieja traición, o sabe que su enfermedad lo lleva irremediablemente al final: terrible, irremediable, trágico…

En cambio – y esto ya lo anunciaba Leibniz en el siglo XVIII – lo bueno, lo hermoso, lo maravilloso cuesta reconocerlo. Como que se nos escapa, como que no sabemos o no podemos descubrirlo, como que alguien tiene que venir a decírnoslo, a revelarlo. A veces la felicidad es un estado que no sabemos reconocer y que sólo se deja apresar cuando ya se ha desvanecido.
Por eso nos cuesta la vida, porque estamos mas inclinados a ver lo que no funciona, lo que nos hace mal… y menos predispuesto a agradecer lo que disfrutamos, lo que ya tenemos, lo que sabemos nuestro. Sucede con las enfermedades: una muela, un dolor de oído, una molestia en una pierna o en el estómago. Solo el dolor nos hace reparar en lo que significa estar bien, que todo funcione, que todo esté equilibrado y en orden.
En el plano espiritual son esos estados de bienestar que sólo lamentamos cuando nos sentimos tristes, ansiosos, nerviosos, descontrolados
Y en los social, no valoramos el bienestar de los afectos o de los amigos o de los compañeros de trabajo… y sólo descubrimos el valor cuando aparece un conflicto, un problema, una situación incómoda.
Aunque suene a utopía deberíamos luchar por hacer realidad la misma frase pero al revés: “Lo hermoso, lo bueno aprendemos enseguida, y lo terrible nos lleva la vida”. Sería el mundo, la vida que todos deseamos.


Enviado y compartido por un amigo.