domingo, abril 06, 2008

291. RE-NACIMIENTO

Estoy nuevamente envuelto en mis representantes de la filosofía: vida, obras, textos. Voy de Nicolás de Cusa (un medieval que escribe como representante de la nueva edad) a Pico de la Mirándola, un renacentista que pretende encontrar una solución a todo y cae presa de la juventud y del amor. Pero me detienen los textos, la figura y las interpretaciones de Marsilio Ficino. Sus escritos sobre el amor son particularmente inquietantes: es quien introduce el concepto de "amor platónico", pero parece hacerlo recuperando ese amor por lo mismo que los griegos defendían. El sol de la mañana juega en mi ventana y cuando se instala entre los edificios puedo ver nuevamente los rastros de la historia de mis vecinos. Se han re-encontrado, por cierto. ¿Han tenido vida, relatos, sexo, caricias, besos, comunicación en todo este tiempo de ausencia mía? ¿Tiene sentido que tengan vida independiente? ¿Puede seguir siendo mas allá de mi percepción? Nunca lo sabré. Han cambiado la vestimenta, pero están iguales. No reparo casi en los detalles de los encuentros acostumbrados... pero el renacimiento filosófico me lleva al re-nacimiento de la pareja. Intercambian papeles, besos, libros. Se sientan para mirar fotos, se observan, ríen, juegan. Son felices. Y creo que ella es para él algo mas que una cita en su agenda, un número en su celular, un retazo de su memoria, una páginas de anotaciones, correos en su computadora o presencia fugitiva en el chat. Vuelve Ficino con sus definiciones del amor: el filósofo define, mis vecinos le ponen acción; aquí, la theoría, allá: la praxis... y el amor es el mismo que pasa de los libros a los ojos y de los ojos a las manos. Y él seguramente es mucho mas que una referencia en sus papeles, algunas signos confusos en un almanaque de pared o en un diario personal.
El tiempo se lleva el sol, el libro, el texto y los amantes: levanto mis cosas mientras observo que las ventanas se entornan y que dejan de ser para mí. Hay un misterio que transforma en ontológico lo gnoseológico... y tengo la impresión de sentirme un Dios que decido si ellos realmente existen.