sábado, febrero 28, 2009

376. LA EDAD DE LA IGNORANCIA O DE LA INOCENCIA


Dirección y guión: Denys Arcand. Canadá. 2007. 104 min. Interpretación: Marc Labrèche (Jean-Marc Leblanc), Diane Kruger (Véronica Star), Emma de Caunes (Karine Tendance), Rufus Wainwright (el príncipe cantante), Sylvie Léonard (Sylvie Cormier-Leblanc), Caroline Néron (Carole Bigras-Bourque), Didier Lucien (William Chérubin), Macha Grenon (Béatrice), Rosalie Julien (Laurence Métivier).

Esta película constituye el cierre de la trilogía del director que no teme depositar su mirada descarnada e impiadosa sobre el mundo, la época, la sociedad en la que vivimos: La caída del imperio americano, Las invasiones bárbaras y la Edad de la Ignorancia. El mismo autor aclara que – habiendo estudiado historia – fue utilizando títulos progresivos acompañando los diversos momentos de la historiografía (Roma, los Bárbaros, la Edad Media).
Jean Marc Leblanc no tiene nada y todo lo que tiene lo puede tener solamente en sus sueños: no tiene casa (hipotecada), no tiene mujer (alejado de ella que está absorbida por sus compromisos laborales y la relación con su jefe), no tiene hijas (conectadas a sus cosas y a sus entretenimientos electrónicos), no tiene trabajo (rodeado de vigilancias y agresiones), no tiene vida saludable (viajes eternos para llegar al trabajo), ni siquiera tiene en Québec una sociedad agradable, ordenada, protectora… y en esa nada, lo único que le queda es refugiarse en el mundo de los sueños en donde puede ser él, tratado y reconocido como tal, amado como quiere ser amado y por el tipo de mujer o de mujeres que desea. O caminar por la historia buscando los momentos en los que pueda desempeñar roles protagónicos, frente a sus agresores que sufren frente a su poder. Pero esos sueños son fugaces, engañosos, torpes… que deben negociar cruelmente con la congestionamiento del tránsito, el insulto de extraños, el aburrido y desgastante trabajo en una oficina gubernamental de servicio social (atendiendo todos los males que le presentan sus interlocutores), el acoso de sus jefes, la molesta presencia de su esposa.

Los sueños no sólo no resuelven el malestar sino que lo agravan: su madre esta internada esperando una muerte que sobreviene justo cuando él ha decidido cómo cambiar de realidad… y hasta con ella aparecen los sueños imaginando un futuro – sin eufemismo – que a todos nos aguarda…

Cuando finalmente decida, romper con el trabajo, con el lugar, con su familia, con sus hábitos le dará forma otro tipo de vida, que no sabemos si es mejor, pero por lo menos sabe desprenderse de los sueños con su peso de alienación y negociar con la sencillez de un pueblo, una vida primitiva, un trabajo sencillo, junto al mar, en una casa atravesada de luz. ¿Es el final de todas las películas del director?

Hay pasajes antológicos: los sueños con la rubia que lo espera, lo valora y lo protege (lo contrario de su esposa), el relato del docente que recurre a la protección del estado por la violencia que padece por parte de sus alumnos, la relación entre la frecuencia de las relaciones sexuales y el cárcel de próstata, las exageraciones en el tema del control de la discriminación (negro – enano) las palabras del médico que – en la fantasía – le diagnostica cárcel y le anticipa todo lo que le espera de tratamientos y dolor hasta llegar a la muerte, atravesado diversas reapariciones del mal, los problemas del tránsito o las conocidas reuniones y disparatadas capacitaciones de trabajo que pretenden cambiar los hábitos laborales de los empleados públicos…

lunes, febrero 23, 2009

375. MUERTE DE WALTER BENJAMIN + MIRADAS


LA VERSION HISTORICA DE LOS HECHOS

El 25 de septiembre de 1940, tras siete años de exilio, Walter Benjamin cruza los Pirineos en un desesperado intento de huir de los nazis. Se dispone a pasar la frontera clandestinamente junto con un reducido grupo de fugitivos para, tras atravesar el territorio español, embarcar en Lisboa rumbo a los Estados Unidos. Sin embargo, un súbito cambio en la legislación española le impide la entrada a la Península. Benjamin se ve obligado a pernoctar bajo vigilancia en la Fonda de Francia de Portbou, a la espera de ser deportado a tierras galas a la mañana siguiente.
Esa misma noche, el filósofo judeo-alemán inicia una agonía que lo llevará a la muerte veinticuatro horas más tarde.
A pesar de que el parte médico tipifica el deceso como muerte natural, durante muchos años se dio por supuesta la posibilidad de un suicidio inducido. En los años noventa se localizan las actas oficiales en las que se habla de muerte por causas naturales, lo cual arroja más sombra que luz sobre un caso plagado de irregularidades. Actualmente, tanto en el pueblo como fuera de él, hay quienes no tienen reparos en hablar abiertamente de un posible asesinato.
Una vecina que conoció personalmente al regente de la fonda, todavía hoy recuerda el momento en que éste irrumpió angustiado en la casa familiar, para dar noticia de la muerte de aquel inquilino desconocido.
La versión de ésta y otros vecinos del pueblo, testigos directos de la época, junto a nuestras propias pesquisas en archivos históricos y particulares, abre la puerta a nuevas investigaciones que entran en litigio con los presupuestos comúnmente manejados sobre la muerte de Walter Benjamin.
A partir de aquí, el documental sigue el hilo de los distintos testimonios que van creando una fotografía cada vez más diáfana de un acontecimiento, a todas luces, plagado de irregularidades policiales, médicas, eclesiásticas y administrativas.
¿Era el regente de la fonda un colaboracionista franquista, tal como afirman numerosos testimonios? ¿Encubrió el médico la verdadera causa de la muerte? ¿Tenían conocimiento las autoridades españolas acerca de la importancia de este “viajero extranjero” que fue enterrado según rito católico y bajo nombre equivocado? ¿Se trató realmente de un suicidio?



JUAN PABLO FEINMANN (LA ASTUCIA DE LA RAZON. 2007: 33 - 34)

“Theodor Adorno lo instó a emigrar a Estados Unidos y BENJAMIN respondió: Todavía quedan en Europa posiciones que defender, y no emigró y cuando los quiso hacer, ya era tarde, pero mas que tarde para emigrar era tarde para él, porque todo dolor tiene un límite, todo sufrimiento, si en algún instante no se detiene llega inexorablemente al otro: al instante de ya no poder ser tolerado y este instante, para WALTER BENJAMIN, llegó en septiembre de 1940, cuando, quebrado – entre otros variados y muy co0mplejos males – por un problema cardíaco, arribó junto con otros refugiados, a la frontera española, cargando en sus maletas quince compuestos de morfina, que, conjeturaba, lo protegerían en caso extremo, del horror en manos de la GESTAPO, y allí, en la frontera española, descubriría, brutalmente dibujada por la realidad, la simbología del final de su camino, porque el gobierno español había cerrado la frontera, no ayer, ni un mes atrás, ni siquiera una semana atrás, sino ese mismo día el gobierno español, el exacto día en que WALTER BENJAMIN llegó a ella para traspasarla, había cerrado la frontera y, entonces, WALTER BENJAMIN sintió que esa era la última frontera que se le cerraba y agotado por el viaje, pro su incierto y mas aun indeseado futuro en EEUU, por su inexpresable terror a la Gestapo abría de tomar, durante la noche, todas las pastillas que fuera necesario tomar para acceder a la última de sus certezas, la certeza de su propia, garantida, inevitable, cálida y protectora muerte, muerte que para tornar mas desgarrador el final de BENJAMIN no habría, ¡pese a tantas pastillas!, de acaecer durante la noche, ya que BENJAMIN, por un maldito milagro de la naturaleza, ese monstruo (…), BENJAMIN aun vivía durante la mañana siguiente, y entonces lo sometieron a un lavado gástrico y, entonces murió en medio de dolores atroces, de sufrimientos terribles. Apenas acababa de cumplir 48 años.”

RICARDO FORSTER (CRITICA Y SOSPECHA. 2003: 119 - 120)

“Su cuerpo extenuado le exige detenerse una y otra vez, a intervalos cada vez más corto. Las montañas se levantan ante su cansancio como un muro casi imposible de franquear, mientras los últimos restos del verano se van entrelazando con los primeros fríos otoñales. La pequeña caravana se desliza con lentitud por ese paso clandestino que les promete como destino final la posibilidad de la libertad que se intuye mas allá del océano Atlántico. (…) Camina desacompasadamente exigiéndole a su debilitado corazón un último esfuerzo. Muchos antes que él han hecho el camino esfuerzo hacia el exilio francés, después de la derrota de la República. (…) Muchos recorrerán ese mismo sendero, en 1940, tratando de escapar de la barbarie nazi. (…) Antes de partir y sabiendo de los riesgos que corría, WALTER BENJAMIN se ha encargado de enviar a sus amigos, por diversos medios, sus últimos escritos intuyendo que mas allá de su fortuna personal lo verdaderamente importante radica en la persistencia de la palabra escrita, de esas letras que deberán seguir su propio rumbo para dejar testimonio de una época y de su derrumbe. (…) Ese cruce tardío de los Pirineos no significa otra cosa que la pérdida de la esperanza en aquello que había constituido lo esencial de su biografía, la certeza de la catástrofe asediando aquello que más había amado. (…)
El refugiado ha logrado cruzar la frontera pero el azar de su vida vuelve a jugarle una mala pasada. La guardia civil no los dejará pasar porque en sus pasaportes figura su condición de apátridas y desde el gobierno franquista madrileño han llegado instrucciones taxativas de impedir el paso de los parias. Deberán egresar al infierno francés, a los campos de refugiados, a la muerte anunciada. BENJAMIN en la soledad de su pequeño cuarto de hotel, decide en su último acto de libertad, acabar con su vida. Final de partida.”

DOCUMENTAL: ¿QUIEN MATO A WALTER BENJAMIN? (2005) DIR. DAVID MAUAS

PORT BOU, 1940. El 25 de septiembre, luego de siete años de exilio, Walter Benjamin atraviesa los Pirineos en un desesperado intento de escapar de los nazis. Se dispone a pasar la frontera clandestinamente y, atravesando el territorio español, alcanzar Lisboa donde se embarcará rumbo a los Estados Unidos. Un súbito cambio en la legislación española, le impide la entrada a la Península. Benjamín se ve obligado a pernoctar en una fonda de Port Bou, bajo la estrecha vigilancia de tres policías que tienen órdenes de deportarlo a Francia a la mañana siguiente. Esa misma noche, Benjamin inicia una agonía que lo llevará a la muerte veinticuatro horas más tarde. Según sus allegados, se trata de un suicidio. Pero el parte médico tipifica el deceso como muerte natural.
¿Encubrió el médico la verdadera causa de la muerte? ¿Tenían conocimiento las autoridades españoles acerca de la importancia de este “viajero extranjero” que fue enterrado según rito católico y bajo un nombre equivocado? ¿se trató realmente de un suicidio?
¿Quién mató a Walter Benjamín? busca las respuestas a las dudosas circunstancias de la muerte, sesenta años atrás, de un ilustre refugiado, a la vez que establece el retrato de un pueblo de frontera, anclado entre dos frentes, testigo de evasiones, persecuciones y falsas esperanzas.
¿Quién mató a Walter Benjamín?, no supone solo la reconstrucción de una muerte, sino el retrato del escenario del crimen.

sábado, febrero 21, 2009

374. FINAL PARA EL FINAL DE LA HISTORIA

Aun resuena el artículo del FUKUYAMA en plena expansión del neoliberalismo y de un capitalismo sin límites y abierto a todas las posibilidades. Lo reforzó posteriormente con una serie de libros y publicaciones trataron de justificar la afirmación que le quitaba futuro a la historia porque no necesitaba ya progreso alguno (siglo XVIII), ni sujeto que se hiciera cargo de su construcción (Hegel o Marx en el siglo XIX). La historia no necesitaba avanzar, debía detenerse porque había encontrado su “parusía desacralizada” en el nuevo paraíso perfecto de las sociedades capitalistas de avanzadas. Sin oposición dialéctica, sin antítesis a la vista, sin alternativa y con una vida que podía darse todos los gustos, disfrutar de todos los placeres, generar el mejor estado de bienestar, construir los territorios mas privados… no había construcción de futuro (historia), sino repetición de presente.
Es verdad que había un desproporcionado mundo sin ese paraíso… pero bueno, esas diferencias eran con-naturales a esa misma historia, y en ese final, los excluido, los des-poseídos, los pobres, las sociedades margonales o debían sufrir sin aspirar a transformaciones ni a revoluciones imposibles, o debían trabajar con mucha tenacidad para llegar al estadio supremo de la historia. El capitalismo de las sociedades avanzadas provocaba una especie de “teosis profana “ en donde todo retornaba al bien supremo, la suma de todas las posibilidades.
El mismo Mario Benedetti, sospechando alguna jugada mentirosa lo reflejaba en uno de sus conocidos poemas:
Lo dice Fukuyama
la história se acabó / ya no hay remedio
se consumió la llama
y ha empezado el asedio
de la vana esperanza por el tedio
hegel lo anunció antes
y lo predijo marx (cuando valía)
y hubo otros hierofantes
cada uno en su día
que auguraron el fin de la utopía
en tiempos de cordura
oficial / ordenada / prefertnte
no cabrá la aventura
ya que juiciosamente
no alentará quimeras el presente
hemos llegado al techo
de lo posible / ¿no hay otra salida?
la suma de lo hecho
¿colmará la medida
de aquello que esperamos de la vida?
la história ¿habrá acabado?
¿será el fin de su paso vagabundo?
¿quedará aletargado
e inmóvil este mundo?
o será que empezó el tomo segundo?

Primero fue el 11 de setiembre del 2001: parecía que el final de la historia no le otorgaba seguridades a sus habitantes. Y en el corazón del paraíso, muy cerca de las oficina de todos los negocios y de los goces, apareció el infierno y la muerte. Pero era un ataque desde afuera, eran los otros, los demonios descontrolados que no lograban entender los avances inclaudicables de la historia.
Pero, de pronto, sobre finales del 2008, la historia irrumpe nuevamente, aparecen los males del paraíso perdido, alguien se encarga de recordar los pecados, de anunciar las condenas, de provocar la expulsión: caída de los mercados, crisis de los consumos, final de los trabajos seguros, derrumbe de los bancos, la muerte del dios del libre mercado… Y los que parecían ser los salvadores de la humanidad definitiva han sido sus destructores, los héroes del final de la historia se convirtieron en sus mas denostados traidores.
Un buen día y a partir de 2008, despertamos sabiendo que no había teosis ni parusía, que había humanidad en marcha, historia en construcción, que no había final, que sólo se trataba del espejismo de un alucinado que supuso que el brillo de la ruta se había convertido en el mar en el que podían navegar los predestinados dueños de la historia.

miércoles, febrero 18, 2009

373. TODO COMIENZA HOY + ¿TODO DEPENDE DE MI?




Para quienes estamos en educación TODO COMIENZA HOY (Francia, 1999) es una película que trae demasiadas resonancias. Esta dirigida por Bertrand Tavernier, con la participación de Philippe Torreton, Maria Pitarresi, Nadia Kaci, Françoise Bette, Christine Citti, Emmanuelle Bercot.

Tiene resonancias porque refleja muchas de nuestras realidades: desde los ámbitos de trabajo, la presencia y la problemática de los docentes… hasta esa presencia plurifuncional y omnipotente (¿?) del director que está en todos los lugares tratando de resolver al mismo tiempo todos los problemas y sabiendo que no termina por neutralizar ninguno de ellos.

Llama la atención que sea una película francesa sobre una realidad educativa francesa que exhibe sin vergüenza lo que también pasa en lugares en donde – se supone – la educación tiene resuetos muchos de sus problemas porque hay (¿hay?) un presupuesto que atiende y priroiza la educación. Parece que no es totalmente cierto o que por lo menos – en algunos lugares – no es así. Y la película testimonia la presencia de uno de esos lugares… que seguramente es representativo de algunos (o muchos) otros.

Para quienes vivimos en la escasez (y no en la abundancia) las situaciones nos son demasiado familiares: los entornos, los tipos de padres, los problemas de los alumnos, las cuestiones presupuestarias, la presencia administrativa y burocrática del inspector, la ausencia del estado (o su presencia funcional pero ineficiente) y ese papel se salvador heroico que deben desempeñar las los directores para que las instituciones sigan en pie.

Hasta el episodio del robo, con la destrucción innecesaria de las instalaciones nos hace recordar nuestros noticieros y los frecuenetes ataques a las escuelas que con son profanadas no sólo porque se les sustrae todo lo que puede servir ( o no), sino que se trata de destruir lo que es propio de la escuela, lo que no le sirve al ladrón… pero que forma parte de goce del robo y de la destrucción. Se ve que en Europa (por lo menos en Francia) también se consigue.

"Toda la vida habrá pasado sin que hayamos hecho nada". Así comienza la película, con esta sentencia expresada, a modo de un monólogo interior, por Daniel Lefebvre, protagonista principal de esta historia.

Como un anticipo de la temática central de la obra, Daniel, conduce su auto una mañana fría de invierno y, por más que lo intenta, no consigue cerrar la ventanilla completamente. Queda una rendija por donde se cuela el aire frío. Él se levanta el cuello del abrigo intentando parar el viento helado. Este suceso, mínimo, sobrevolará toda la película y marca la imposibilidad de los personajes para reparar la realidad adversa que continuamente se va presentando.

Todo comienza hoy está ambientada en Francia, en el año 1998, y se desarrolla, fundamentalmente, en un jardín de infantes. Daniel Lefebvre, escritor por vocación, es el director del establecimiento y la trama de la película avanza a través de innumerables conflictos sociales que, de alguna manera, se hacen explícitos (y explotan) en la institución: falta de material, escasez de personal, superpoblación escolar, desconfianza en los gremialistas docentes, impericia e indolencia de los inspectores, etc. También, a través del acercamiento de los padres al Jardín, se hacen evidentes conflictos como los que siguen: Desocupación (era un pueblo minero y la mina cerró). Hambre (provocado por la caída del empleo). Indolencia del gobierno local (retiros de tickets para comida, por ejemplo) y del estado nacional (priorizan las políticas económicas sobre las educativas y las de salud. Modelo neoliberal). Exceso de bebida y Violencia familiar (un chico con su cuerpo marcado por los golpes). Desesperanza (un matrimonio joven duerme hasta tarde porque, por más que lo intentan no consiguen trabajo). Salidas extremas frente a situaciones sin solución, etc.
En medio de todo este mundo social está la escuela y su actividad con los chicos del Jardín, atendiendo a los niños y a sus padres, tironeada por las obligaciones de su función (inspector) y las demandas importergables de la sociedad (asistentes sociales) frente a un Estado que promete mucho y hace poco, porque debe repartir como puede los limitados fondos municipales. El eje de esa escuela es su Director, Daniel, en medio de un número importante de maestras.

Daniel, por su forma de ser, se involucra en cada una de las problemáticas que se van presentando. Esto hace que, prácticamente, esté todo el tiempo pensando y resolviendo cuestiones de su trabajo, a lo que hay que agregar los conflictos que tiene con su propia familia (tiene un hijastro) y de su familia paterna (ya que su padre – a quien debe ayudar – lo ha maltratado cuando era niño). La película parece desnudar en un floreciente país desarrollado y europeo los mismos males que padecemos en estas latitudes… donde la escuela (en este caso el Jardín) funciona de última y única frontera.

La situación económica no parece propia de inmigrantes que no logran resolver el ingreso en la sociedad francesa: son franceses que carecen de las necesidades básicas: luz, gas, alimentos, subsidio del estado… El Director es una especie de mediador social que – para salvar a los hijo – interce por los padres. Pese a todo, su preocupación pedagógica no decae, cuando anima una clase, canta con los niños, organiza la fiesta o reclama a los padres la asistencia y la puntualidad de sus hijos.

No sólo hay un tema que resuena muy conocido en nuestros oídos: el número de alumnos por aulas. El Director reclama que se cumplan con las ideas pedagógicas proclamadas y que no sumen alumnos que imposibilita el trabajo educativo serio.

Algunas de sus salidas (literalmente) de la escuela son tana arriesgadas e insólitas que puede parecer propias de héroes y poco creíbles: expulsar a una funcionaria social del gobierno (cerrando la puerta violentamente cuando sabe que no trae respuestas sino mas trámites), irrumpir en el despacho del intendente, interrumpir una reunión de vecinos… la figura del Director de un Jardín parece adquirir una dimensión poco usual.


Hay una voz del director de la escuela que recorre la película y que parece dejar una rendija para que entre la esperanza (tal vez la misma de la ventanilla del auto de Daniel Lefebvre). La mujer de Daniel le regala una lapicera para que siga escribiendo: para que siga intentando reparar la realidad, también, a través de su pluma. Pero antes, casi al comienzo de la película, la maestra más antigua dejó una frase: "Dar afecto, parece ser lo único".
.
Tal vez el lado débil de la película sea ese liderazgo salvador y heroico que neutraliza otros compormisos: son sus docentes los que deben sumarse con él en la lucha, los que deben hacerse cargo de algunas de las cuestiones… y son los padres desprotegidos y pobres los que puede encontrar en el Director un referente para su propia organización, para demandar lo que necesitan, para mejorar su estado. Este Daniel – redentor se pone a hacer cosas, “comienza ya” y eso no está mal.. pero – tal vez – no comenzar enseguida, sino pensar en cierta gestión compartida y mecanismos de asociación para reflexionar juntos diversas alternativas, sea una salida política, social y educativamente más acorde a los tiempos que vivimos.

lunes, febrero 16, 2009

372. TIBURONES Y PECES + CONOCIDO Y NECESARIO


—Si los tiburones fuesen hombres, ¿serían entonces simpáticos con los pececillos?
—Seguro —dijo él—; si los tiburones fuesen hombres, mandarían construir enormes cajas en el mar depositando en su interior toda clase de alimentos, plantas, así como también materias orgánicas, además siempre se preocuparían de que las cajas tuvieran agua fresca, y, en resumidas cuentas, que dispusieran de toda clase de medidas sanitarias; si, por ejemplo, un pececillo se hiriese en la aleta, se la vendarían inmediatamente pues con eso impedirían que se les murieran antes de tiempo. También darían grandes fiestas acuáticas para divertir a los pececillos, ya que éstos saben mejor si no están tristes.
Naturalmente, habría escuelas dentro de las grandes cajas. En esas escuelas los pececillos aprenderían a nadar en las fauces de los tiburones, necesitando también conocimientos de geografía para poder encontrar esos lugares en donde los escualos holgazanean.
Por supuesto que tampoco habría que olvidar el perfeccionamiento moral de los pececillos; instruyéndoseles acerca de que lo más elevado y hermoso para un pececillo consiste en que éste debe sacrificarse por los tiburones si ellos se lo dicen y que también debe creerles si les explican que se preocupan con objeto de que tengan un bonito futuro, por ello se enseñaría a los pececillos que ese porvenir sólo lo tendrían si aprenden a ser dóciles y obedientes. Ante todo deberían guardarse del materialismo, el egoísmo y el marxismo. Si alguno de los pececillos revelase semejantes tendencias a sus compañeros éstos tendrían el deber de delatarles inmediatamente a los tiburones.
Si los tiburones fuesen hombres, se harían la guerra los unos a los otros, naturalmente, para conquistar más cajas, y a pececillos extranjeros, obligando a sus propios pececillos a combatir en tales guerras.
Los tiburones enseñarían a los pececillos que, entre ellos y los pececillos de los otros tiburones, existen gigantescas diferencias. También les advertirían que, aunque todos los pececillos sean mudos, lo que sucede es que callan en idiomas diferentes, y por lo tanto es imposible que lleguen a entenderse.
A cada pececillo que en una guerra matase a un par de pececillos enemigos, de los que callan en otras lenguas, se les regalaría una pequeña condecoración marina, dándosele el título de héroe.
Si los tiburones fuesen hombres, tendrían, por supuesto, sus habilidades. Habría hermosos retratos sobre los dientes de los tiburones, pintados en magníficos colores, presentando sus fauces como límpidos jardines de ocio y recreo en donde todos se reunirían sin faltar ninguno.
Los teatros del fondo del mar mostrarían a los heroicos pececillos nadando entusiasmados por entre las fauces de los tiburones, siendo el sonido de la música tan hermoso que mecidos como en un ensueño por las sensaciones más deliciosas, los pececillos serían arrastrados por las corrientes acuáticas siguiendo a la banda de músicos, para precipitarse en el interior de las fauces de los tiburones.
También habría una religión si los tiburones fuesen hombres. En ella se enseñaría a los pececillos que la verdadera vida comienza en el vientre de los tiburones.
Por lo demás, si los tiburones fuesen hombres, los pececillos no serían todos iguales como ahora son; algunos obtendrían empleos que les permitirían legalmente ser superiores a los demás, y hasta poseerían el derecho, los más grandes, de comerse a los pececillos más pequeños.
Los tiburones encontrarían esto muy agradable ya que les daría ocasión de ingerir grandes porciones de comida.
Y los pececillos más gordos estarían ocupando los mejores puestos; serían los encargados de mantener el orden entre los demás pececillos, siendo los maestros u oficiales, ingenieros de cajas, etc.
En resumidas cuentas: si los tiburones fuesen hombres, habría una cultura en el mar.


BERTOLT BRECHT

viernes, febrero 06, 2009

371. SUPO LA HISTORIA DE UN GOLPE


Y es verdad: lo terrible, horrible, lo malo, lo que nos hiere lo aprendemos en seguida. Tal vez sea porque nos llena de dolor, de angustia, de impotencia. Una muerte, muchas muertes, una injusticia, un fracaso, una traición, la ausencia del padre o de la madre, una separación, una enfermedad (propia o ajena), la guerra, el hambre, la injusticia y la exclusión. No hay forma de esquivarlo, de no darse cuenta, de no sufrirlo. Por eso lo horrible siempre se aprende de manera inmediata. Y la letra que SILVIO RODRIGUEZ en 1969 pensó para su poesía – canción “el elegido” es una buena síntesis de estas verdades. La canción estaba y está dedicada al CHE y fue escrita en años muy próximos a su muerte. La estrofa que acompaña la frase es interesante: “Supo la historia de un golpe,/ sintió en su cabeza cristales molidos/ y comprendió que la guerra/era la paz del futuro:/lo más terrible se aprende enseguida /y lo hermoso nos cuesta la vida. /La última vez lo vi irse/ entre humo y metralla,/ contento y desnudo:/ iba matando canallas/ con su cañón de futuro.”

Uno piensa en el día en que le comunican ya no tiene madre, o cuando descubre que su padre ha partido, o descubre que no es natural, necesariamente pobre, sino que es pobre mientras otros tienen demasiado, o descubre el secreto de una vieja traición, o sabe que su enfermedad lo lleva irremediablemente al final: terrible, irremediable, trágico…

En cambio – y esto ya lo anunciaba Leibniz en el siglo XVIII – lo bueno, lo hermoso, lo maravilloso cuesta reconocerlo. Como que se nos escapa, como que no sabemos o no podemos descubrirlo, como que alguien tiene que venir a decírnoslo, a revelarlo. A veces la felicidad es un estado que no sabemos reconocer y que sólo se deja apresar cuando ya se ha desvanecido.
Por eso nos cuesta la vida, porque estamos mas inclinados a ver lo que no funciona, lo que nos hace mal… y menos predispuesto a agradecer lo que disfrutamos, lo que ya tenemos, lo que sabemos nuestro. Sucede con las enfermedades: una muela, un dolor de oído, una molestia en una pierna o en el estómago. Solo el dolor nos hace reparar en lo que significa estar bien, que todo funcione, que todo esté equilibrado y en orden.
En el plano espiritual son esos estados de bienestar que sólo lamentamos cuando nos sentimos tristes, ansiosos, nerviosos, descontrolados
Y en los social, no valoramos el bienestar de los afectos o de los amigos o de los compañeros de trabajo… y sólo descubrimos el valor cuando aparece un conflicto, un problema, una situación incómoda.
Aunque suene a utopía deberíamos luchar por hacer realidad la misma frase pero al revés: “Lo hermoso, lo bueno aprendemos enseguida, y lo terrible nos lleva la vida”. Sería el mundo, la vida que todos deseamos.


Enviado y compartido por un amigo.

martes, febrero 03, 2009

370. EL TIEMPO PASA, ¿NOS PONEMOS VIEJOS?

¿Me vas a querer cuando me vuelva vieja? Si te quiero nunca te veré vieja. Pero si dejo de quererte me daré cuenta cómo se han amontonado los años en tu cara, en tus ojos y en cada parte de tu cuerpo. Es el amor, son los afectos, los que relativizan las visiones del cuerpo y de los años. Los que queremos no tienen edad, excepto que – de forma repentina – una operación o una enfermedad nos lo devuelvan transformados en otros. Si no, sus cuerpos, sus rostros son siempre lo mismo. Por eso, tal vez, los padres no cambian para los hijos, que se vuelven incapaces de objetivarlos y que siempre lo miran desde su subjetividad.
Especialmente en el amor, amamos el cuerpo que nosotros construimos, amamos el cuerpo que emerge de su interior, de su intimidad; es al otro que hay allí – dentro – el que nos sale al encuentro, y entonces, los cuerpos hablan sus lenguajes sin usura (como dice Benedetti). Le digo a alguien “estás linda” y me responde es que estoy bien, bien con vos… y eso me transforma en linda. Si estuviera mal por dentro o mal con vos, me transformaría en objeto y me volvería fea.
El para ti y el para mi de la relación es determinante, porque el amor eterniza los cuerpo, los vuelve intemporables y amos siempre lo que queremos amar del otro, porque en el diálogo en todas las dimensiones, el cuerpo se asocia a todas las demás que no sufren los avatares y contratiempos de la edad.
Tal vez, ese sea el secreto de las relaciones virtuales: rescatar del otro algo que no se expone al cambio, construirlo y saberse construido: pura subjetividad, plena contrucción. Y el otro es lo que yo quiero que sea el otro… y yo dejo de ser para volverme lo quiero que sean…pero eso, ¿no es la esencia misma del amor?
¿Me seguirás queriendo cuando me vuelva vieja y fea? Nunca te veré ni vieja, ni fea. Mi mirada tiene un filtro que procesa las imágenes y las convierte en lo que deseo. Pero siempre que te siga amando, que nos sigamos amando.