lunes, enero 28, 2008

262. EL VALOR DE LAS HISTORIAS

¿Por que agradan tanto las historias, los cuentos, los relatos y se convierten en un excelente medio para educar o instruir en todas las edades? Una historia se convierte en el mejor cierre (o la mejor apertura) en el desarrollo de las ideas. Pareciera que los relatos operan como perchas en las que se pueden “colgar” cómoda y generosamente las ideas. Los relatos producen sus efectos: (1º) La satisfacción personal que nos produce imaginar, recordar, contar y escuchar historias; (2°) Creer que lo que contamos tendrá un efecto en quienes lo escuchan; (3°) Provocar un cambio en el todo mismo de la conversación o en la exposición. Por lo tanto, las historias producen ‘estados beneficiosos’ de satisfacción para todos los involucrados, incluyendo el efecto sinérgico que se produce en el ‘ambiente’ coloquial cuando uno –para enseñar - cuenta y otros – para aprender - escuchan. Se crea un clima de complicidad en donde el juego de las ideas se transforma en torno a los relatos, porque las historias exigen ingresar en un territorio común, en un mundo imaginario pero posible.

En el proceso de contar y escuchar historias aprende no sólo el que escucha y selecciona lo que le es más útil y cercano, sino que también aprende quien construye y/o relata la historia, que por el sólo hecho de repetirla ya hizo uso de sus recursos memorísticos y de sus propios aprendizajes. Las historias se pueden clasificar en tres tipos: historias neutrales, que contienen cierta sabiduría que podría ser aplicada a cualquier tipo de problema cotidiano, como el I Ching de la cultura china; historias condensadas, que son generalizaciones de muchas historias que de alguna manera predicen los resultados de ciertas acciones, como son los proverbios; y las historias elaboradas, similares a las condensadas, pero que a diferencia de ellas contienen detalles de nombres y lugares: son en general valoradas por la cultura local como fuente de aprendizaje y su ejemplo más característico son los mitos y leyendas.

261. EL TILO


INICIO: "El tilo es un árbol chico, elegante, de tronco delgado, que parece siempre joven. En la plaza de Pringles, además de diez mil tilos de esos, normales, había uno que por un extraño capricho de la Naturaleza se había vuelto enorme, venerable, el tronco retorcido, la copa impenetrable: veinte de los otros tilos fundidos en uno no habrían hecho éste". (AIRA: 2005: 7)

FINAL: "Ya no era el niñito que acompañaba a su papá a cortar flores de tilo, y sin embargo seguía siéndolo. Había algo que parecía estar al alcance de la mano, y un trabajo bien hecho podía hacer posible que lo alcanzara y desprendiera, como un fruto maduro...Me propuse recuperar aquel viejo yo" (AIRA: 2005 :124)

EL TILO es el árbol por excelencia de la plaza principal de Pringles... pero es también el nombre que le dan al padre del narrador, por ser un usuario obsesivo de sus flores como remedio para calmar sus insomnios. Ese tilo y esa búsqueda paterna se convierte en los dos eslabones que se unen para abrir y cerrar el relato.

Hay alguien que sale a la búsqueda de sus fantasmas, sale a recuperar la memoria: a partir de la figura de su padre y en esa minúscula geografía desfilarán una serie de recuerdos y de historias. Su padre, su madre, la personalidad de ambos, los hijos únicos de la época de Perón, los personajes del pueblo, la educación, la vida minúscula de los pueblos, la doble vida de su padre, su oficio de electricista (algo que parece asociarse a la figura del Padre que nos regalan varias páginas de Soriano)...

Pero sobre todo hay un eje de referencia que cruza la memoria: el peronismo y una muy particular manera de interpretarlo. La visión de su padre peronista y la versión de su madre (y su clase): la clase media, los pobres, los que habían recibido las bendiciones... y que debían padecer las maldiciones en tiempos del peronismo proscrito. El peronismo no aparece como un movimiento simpático, pero sí como una presencia que ha cambiado la vida de todos los actores sociales...

Es una buena novela: AIRA nos mete en su mundo y en su búsqueda desordenada y arbitraria...y uno tiene la impresión de que uno puede regresar como él a buscar las casas, los espacios, los lugares, los momentos, la voz del propio padre o la presencia de la madre de entonces... seguramente nos encontraremos con nuestro propio TILO.