martes, noviembre 25, 2008

341. LA MUERTE DE UN MAESTRO

He perdido a un maestro que fue muy significativo para mí. Hacía tiempo que ya no lo veía y no estaré en el momento de la despedida. Pero no puedo dejar de recordar lo que de alguna manera le debo, porque lo llevo en mi.

01. A los que consideramos nuestros maestros les atribuimos algo más allá de los saberes que disponen. Algo que desborda o no coincide con tal o cual saber, ni con el saber en sí, sino con un saber que nos conviene, que nos dice algo de nosotros, de nuestras historias. Como si se tratara de un saber construido para sernos dedicado, para ser compartido por nosotros y permitirnos, de este modo pensar y vivir.


02. El derecho a pensar sin condicionamiento no se traduce en un derecho a decir cualquier cosa, sino en la responsabilidad de dejar abierto un debate que no renuncie a la crítica: en este sentido, “se hace escuela”, pero esto no coincide con ningún edificio concreto, ni se localiza en alguna geografía en particular. Una escuela se hace allí donde alguien recuerda y vuelve a crear las palabras del maestro.


FRIGERIO GRACIELA, ACERCA DE LO INENSEÑABLE (DERRIDAS)