lunes, mayo 19, 2008

305. NADA SERA IGUAL

Estábamos sentados en el café de Borges y Paraguay. La mañana del domingo tenía un sabor especial. No hablaron mucho. Lo suficiente. El clima y la palabra se instalaron de una manera cálida, serena. Dura sin embargo. Pesaban mas los silencios que las palabras, las miradas que las palabras, lo implícito, lo sugerido. Pudimos aclarar lo que se puede aclarar en estos casos. Poco o lo necesario. Hay un necesario pudor - entre varones - en cuestiones afecto. Pero pudimos hablarlos. No creo que a los dos los haya golpeado de la misma manera, tal vez por eso el uno había mas palabras y en otro mas silencio.
Comentarios, preguntas, advertencias, pedidos. No mucho mas. Hay un momento en que las palabras sombran. Es curioso: a veces faltan las palabras, a veces sobran. Durante quince día faltaron, en ese momento ya sobraban.
Yo iba percibiendo con el paso del tiempo que ya nada sería igual. Los ojos me lo revelaban, las miradas, el juego tímido de las sonrisas esquivas. Nada sería igual, definitivamente. Uno es presa de sus propias opciones, de sus sí y de sus no, de las consecuencias. Uno es responsable y debe responder. Y los demás conservan sus derechos a aprobar o reprobar.
Y descubrí, entonces, que entre cierto día de mayo del 2007 y este día de mayo del 2008 se había generado un abismo y que ahora, allí, me pedían que reconociera que ya nada era igual.
Volvimos a la calle y a las cosas a las que se vuelve. Volvimos a las charlas y a las cosas cotidianas, pero hay un territorio al que no sé si algún día volveremos.
No sé si, en aquel mayo del 2007, hubiera sabido, anticipado, pre-visto, esta mañana del mayo del 2008... me hubiera atrevido. Uno debe responder en el presente y por el futuro, por todo el futuro. Y cuesta.
Volvieron la complicidad y los abrazos, los temas y los recuerdos. No volvieron esas miradas profundas que extrañaré para siempre. Y ahora, algunos silencios estarán cargados de muchos interrogantes.