jueves, febrero 18, 2010

414. EL FUTURO ENTRE NOSOTROS


“Este libro trata de lo que le pasa a la gente que se siente abrumada por el cambio. Trata del modo en que nos adaptamos —o dejamos de adaptarnos— al futuro. (…) Estas páginas, por el contrario, se ocupan de la cara «suave» o humana del mañana. Más aún: se ocupan de los pasos que hemos de dar para poder alcanzar el mañana. Tratan de materias corrientes y cotidianas: los productos que compramos y los que rechazamos, los sitios que dejamos atrás, las corporaciones en que vivimos, las personas que pasan, cada vez más de prisa, por nuestras vidas. Sondean el futuro de la amistad y de la vida de familia. Investigan extrañas y nuevas subculturas y estilos de vida, junto con una serie de temas diversos, desde la política y los campos de deportes hasta los vuelos espaciales y el sexo.
Lo que les sirve de lazo de unión —en el Libro, como en la vida— es la estrepitosa corriente del cambio, una corriente hoy tan poderosa que derriba instituciones, trastorna nuestros valores y arranca nuestras raíces. El cambio es el fenómeno por medio del cual el futuro invade nuestras vidas, y conviene observarlo atentamente, no sólo con las amplias perspectivas de la Historia, sino desde el ventajoso punto de vista de los individuos que viven, respiran y lo experimentan. La aceleración del cambio en nuestro tiempo es, en sí misma, una fuerza elemental. (…)
Primera: vi claramente que el «shock» del futuro ya no es un posible peligro remoto, sino una verdadera enfermedad que afecta a un número creciente de personas. Este estado psicobiológico puede describirse en términos médicos y psiquiátricos. Es la enfermedad del cambio.
Segundo: me espantó, gradualmente, lo poco que saben hoy en día de adaptabilidad tanto los que exigen y producen grandes cambios en nuestra sociedad, como aquellos que pretenden prepararnos para hacer frente a tales cambios. Graves intelectuales hablan enérgicamente de la «educación para el cambio» o de la «preparación de la gente para el futuro». Pero, virtualmente, nada sabemos sobre la manera de hacerlos. En el medio más velozmente cambiante con que jamás se haya enfrentado el hombre, seguimos ignorando lastimosamente las reacciones del animal humano. Tanto nuestros psicólogos como nuestros políticos se sienten turbados por la resistencia, aparentemente irracional, al cambio de que dan muestras ciertos individuos y grupos. (..)
El concepto de «shock» del futuro —y la teoría de la adaptación que se desprende de él— indica vivamente que tiene que haber un equilibrio no sólo entre los grados de cambio de los diferentes sectores, sino también entre la velocidad de cambio del medio y la rapidez limitada de la reacción humana. Pues el «shock» del futuro nace de la creciente diferencia entre las dos.”

ALVIN TOFFLER (1973), El “shock” del futuro. Barcelona. Plaza & Janés editores

413. SORPRESAS TE DA LA VIDA + BENJAMIN BUTTON

LA INCREIBLE HISTORIA DE BENJAMIN BUTTON


Es una película para disfrutar y una película para pensar, porque mas allá del juego de las imágenes con que magistralmente trabaja el actor, a lo largo de todas las etapas, hay una historia muy curiosa que se le ocurrió a Scott Fitzgerald en 1922 y que tardaron mucho tiempo en poder convertir el cuento en una película. El autor se inspiró en una cita del escritor y periodista estadounidense Mark Twain: “La vida sería infinitamente más alegre si pudiéramos nacer con 80 años y nos acercáramos gradualmente a los 18”.

Sin mencionar todas las virtudes que ya son sobradamente conocidas y comentadas, se puede mencionar:

- Todo tiene regreso, todo alguna vez vuelve, nada es para siempre, pero nada está definitivamente perdido. De alguna manera los lugares, los amores, los nombres, los recuerdos, las personas pueden recuperarse.

- El juego del reloj que abre la película con esa particular conjetura que juega con la posibilidad de volver atrás el tiempo y recuperar lo perdido… reloj que cierra la película con su sustitución y el huracán que inunda la ciudad en que todo sucede.

- El juego del azar y de las casualidades que en escenas magistralmente armadas explican por qué suceden las cosas y por qué pueden no suceder o volver a producirse. El caprichoso el azar…

- La sensación de que la vida es un eterno aprendizaje que no finaliza nunca y que es mucho más aprendizaje cuando uno nace con demasiada edad como para saber bastante.

- El filme se rodó en Montreal, el Caribe y Nueva Orléans, ciudad natal del personaje principal, que se estaba recuperando de los efectos del huracán Katrina (2005) cuando recibió al equipo de producción.

Hubo por lo menos tres intentos de filmacion de la películas, ya que se consideraba complicado adaptar el argumento. Hay críticos y fanáticos del cine que notan un parecido entre las historias de Benjamin Button y el inolvidable Forrest Gump, sobre todo porque el guionista de ambos filmes es Eric Roth.

El inicio del cuento original:

“Hasta 1860 lo correcto era nacer en tu propia casa. Hoy, según me dicen, los grandes dioses de la medicina han establecido que los primeros llantos del recién nacido deben ser emitidos en la atmósfera aséptica de un hospital, preferiblemente en un hospital elegante. Así que el señor y la señora Button se adelantaron cincuenta años a la moda cuando decidieron, un día de verano de 1860, que su primer hijo nacería en un hospital. Nunca sabremos si este anacronismo tuvo alguna influencia en la asombrosa historia que estoy a punto de referirles.

Les contaré lo que ocurrió, y dejaré que juzguen por sí mismos.

Los Button gozaban de una posición envidiable, tanto social como económica, en el Baltimore de antes de la guerra. Estaban emparentados con Esta o Aquella Familia, lo que, como todo sureño sabía, les daba el derecho a formar parte de la inmensa aristocracia que habitaba la Confederación. Era su primera experiencia en lo que atañe a la antigua y encantadora costumbre de tener hijos: naturalmente, el señor Button estaba nervioso. Confiaba en que fuera un niño, para poder mandarlo a la Universidad de Yale, en Connecticut, institución en la que el propio señor Button había sido conocido durante cuatro años con el apodo, más bien obvio, de Cuello Duro.

La mañana de septiembre consagrada al extraordinario acontecimiento se levantó muy nervioso a las seis, se vistió, se anudó una impecable corbata y corrió por las calles de Baltimore hasta el hospital, donde averiguaría si la oscuridad de la noche había traído en su seno una nueva vida.”

Su final:

“No había malos recuerdos en su sueño infantil: no le quedaban recuerdos de sus magníficos días universitarios ni de los años espléndidos en que rompía el corazón de tantas chicas. Sólo existían las blancas, seguras paredes de su cuna, y Nana y un hombre que venía a verlo de vez en cuando, y una inmensa esfera anaranjada, que Nana le señalaba un segundo antes del crepúsculo y la hora de dormir, a la que Nana llamaba el sol. Cuando el sol desaparecía, los ojos de Benjamin se cerraban, soñolientos… Y no había sueños, ningún sueño venía a perturbarlo.

El pasado: la salvaje carga al frente de sus hombres contra la colina de San Juan; los primeros años de su matrimonio, cuando se quedaba trabajando hasta muy tarde en los anocheceres veraniegos de la ciudad presurosa, trabajando por la joven Hildegarde, a la que quería; y, antes, aquellos días en que se sentaba a fumar con su abuelo hasta bien entrada la noche en la vieja y lóbrega casa de los Button, en Monroe Street… Todo se había desvanecido como un sueño inconsistente, pura imaginación, como si nunca hubiera existido.

No se acordaba de nada. No recordaba con claridad si la leche de su última comida estaba templada o fría; ni el paso de los días… Sólo existían su cuna y la presencia familiar de Nana. Y, aparte de eso, no se acordaba de nada. Cuando tenía hambre lloraba, eso era todo. Durante las tardes y las noches respiraba, y lo envolvían suaves murmullos y susurros que apenas oía, y olores casi indistinguibles, y luz y oscuridad.

Luego fue todo oscuridad, y su blanca cuna y los rostros confusos que se movían por encima de él, y el tibio y dulce aroma de la leche, acabaron de desvanecerse.”


Los caminos de la vida
no son como yo pensaba
como los imaginaba
no son como yo creia
Los caminos de la vida
son muy dificil de andarlos
dificil de caminarlos
yo no encuentro la salida
Yo pensaba que la vida era distinta
cuando estaba pequeñito yo creía
que las cosas eran facil como ayer
Que mi viejecita buena se esmeraba
por darme todo lo que necesitaba
y hoy me doy cuenta que tanto así no es
(,,,)


La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ay Dios.

Como decía mi abuelita:
El que rie ultimo se ríe mejor.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ay Dios.
Cuando lo manda el destino no lo cambia ni el más bravo,
si naciste pa' martillo del cielo te caen los clavos.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ay Dios.