martes, diciembre 11, 2007

231. EDUCACION SIGLO XXI + CASO ARGENTINO

El discurso prsidencial de ayer - 10 de diciembre - se detuvo en el tema de la educación, partiendo de la experiencia propia del matrimonio presidencial que se recocnocen hijos de la escuela y la universidad públicas y, sobre todo, del esfuerzo de una modernidad triunfante y gloriosa (la de los años 60 y 70). Finalmente la presidenta relativizó los aumentos en inversiones educativas si no se traduce en la mejora en la calidad y rendimiento de la educación. Es curioso que lo descubra despues de varios años en los que el Ministro Filmus tomó com o eje la inversión y los porcentanje en el PBI suponiendo que ganando esa batalla (logro relativo aun, por cierto) la educación iba a mejorar... Pero al concluir su gestión estallaron - como si estuvieran agazapados, como células dormidas - todos los síntomas de una educación que se cae a pedazos... El verdadero debate comienza por el sentido mismo de la educación, la reformulación radical de la escuela, el replanteo de la figura, la función y el trabajo (profesión) docente y la articulación de instituciones que definan una educación que satisfaga a todos. Los ejes de esos debates no formaron parte de la agenda de la aprobada nueva ley de educación.

230.QUE SE PUEDE HACER

La discusión se suele dar ritual, recurrente, en la charla familiar o con amigos. ¿Sirve de algo el esfuerzo individual respecto de un problema complejo y vastísimo, que depende de millones y nos excede gigantescamente? Algunas reacciones o alternativas:
(01) El grano de arena. Los defensores de esta tesis se apoyan en la frase de Franklin relativa a que el Mal sólo triunfa si los hombres buenos no hacen nada. Y sostienen que si todos trabajamos para mejorar las cosas, esto ocurrirá. Empiezan por ellos mismos, siendo ciudadanos impecables, esos incapaces de cruzar un semáforo en rojo o arrojar jamás un segmento de papel en la calle.
(02) Nada sirve sino es colectivo. Estos tachan a los anteriores de ingenuos, cuando no de bobos, asegurando que toda solución sólo puede darse desde el poder. Es decir, que más que nuestra conducta diaria, en lo único que podemos influir es cuando emitimos el voto, colectivamente, porque sólo desde arriba hacia abajo pueden producirse cambios. Y que ni vale molestarse con actitudes individuales.
(03) ¡Viva la anarquía!. Este sostiene que lo que hagamos o dejemos de hacer no tiene ninguna importancia porque el poder es de unos pocos crápulas que mantendrán todo en perfecto estado de desastre perpetuo para su provecho. Es, un poco, el "que se vayan todos".
(04) El nihilista terminal. A éste no le importa nada. Sostiene, desde una especie de budismo zen, que nada vale la pena y que, como dice un verso de Borges, "la inacción es la cordura". Hacer o no hacer no hacen diferencia alguna.Lo hago por mí. Este sostiene que es un buen ciudadano, que trata de ser justo, piadoso y generoso por un simple sentido de dignidad personal. No es corrupto no tanto porque le repugne la corrupción como porque no soportaría ver la cara de un corrupto cuando se mira en el espejo. Siendo solidario, se preserva a sí mismo.
Todo, en una era que el pensador Gilles Lipovetsky define marcada por "el culto a la esfera privada y la indiferencia hacia la cosa pública, el 'dinero todopoderoso' y la 'democratización' de la corrupción."
MARCELO MORENO. CLARIN 09.12.07