jueves, diciembre 25, 2008

352. SALUDOS NECESARIOS



A menudo los años se nos parecen. Este 2008 pudo haber sido feliz, victorioso, productivo, triste, conflictivo o plagado de incertidumbre. Pero será para siempre nuestro 2008. El tiempo - eternamente arbitrario - nos otorga una nueva oportunidad con el año que se inicia.

Que el 2009 represente un esfuerzo constante por construirlo cada día a la medida de nuestros deseos. Y que las instituciones – especialmente las educativas – descubran o renueven la sana costumbre de esperar, trabajar, crear juntos, fortaleciendo los vínculos e imaginando tiempos nuevos y mejores para todos.

¡FELIZ NAVIDAD! – ¡FELIZ AÑO NUEVO!

351. OPERACION, DOLOR, ENFERMEDAD


Viernes 19 de diciembre. Todo el calor en la ciudad. A las 09,45 estábamos en la habitación 60 despidiendo y augurándole ánimo y suerte a Sergio. Le esperaba una operación riesgosa de cinco horas. Estaba tranquilo, pero estaba allí – como nosotros – ajeno a todo lo que él pudiera hacer, a merced de los profesionales. A las 10 se lo fueron tragando las diversas puertas de la clínica y finalmente desapareció en un sector de acceso restringido o prohibido.
Fuimos al sector dispuesto para los familiares que aguardan resultados de la operación. Y allí el tiempo se convirtió en eternidad. El lugar tenía ese obsceno de los hospitales, olores en que se mezclan los fármacos, los olores de los cuerpos que sufren, los desinfectantes, esos aromas que tienen el raro privilegio de disparar desde nuestro interior todos los recuerdos: nuestra propia enfermedad, el dolor de próximo de otros tiempos, muertes inesperadas, atenciones de urgencia, esa geografía llena de luces y de escasa presencia de sol, de aire, de vida real, de ruidos…
No podía silenciar esos olores que llegaban de todas partes, con una agresividad cómplices porque no son sino los olores esperados, los naturales, los que deben estar alli.
Y el festival de los colore, porque pasaban diversos agentes hospitalarios con sus uniformes y sus maneras de caminar y sus formas de ser y sus portes y su saber o no saber. Ellos están en su territorio. Ellos son dueños y testigos de la enfermedad, del dolor, de las alegrías, de la vida, de la muerte, de los rituales, de las costumbres, de la nada. Para ellos, nosotros somos los extraños, los que solamente habitamos ese lugar por algunas horas. Y vendràn otros a llorar, a rezar, a reir, a festejar o al maldecir.
Esperamos pacientemente hasta las 15.00. Nos pusimos impacientes. Sergio ponía el cuerpo, nosotros la ansiedad. Sin poder hacer nada. Cada uno de nosotros decide cosas en cada uno de sus trabajos en cada uno de los días: allí no decíamos nada, éramos juguete del hacer y de la decisión de otros.
Por años he hablado de las SITUACIONES LIMITES: estaba padeciendo una de ellas. Durante todo el segundo semestre trabajé en la formación de enfermeras: hablé del curar, del cuidar, del dolor y la salud, de la muerte y la vida, de los médicos y las enfermas, de las habitaciones, los servicios, el oficce, la atención… nunca pensé que cerraría el año con un TRABAJO PRACTICO para el docente.
A las 15,30 uno los médicos anunció que las cosas habían salido bien y que estaban cosiéndolo. Al rato salió el cirujano que nos saludó con afecto y nos ofreció una explicación que mezclaba los términos técnicos con un uso coloquial. Dio una mirada de satisfacción sobre el proceso y puso su cuota de prudente reparo con respecto al futuro inmediato.
Esperamos verlo salir de la sala de cirugía rumbo a terapia intensiva. Pasó dormido. Y al rato un permiso especial nos facilitó saludarlo y darle ánimo cuando se despertaba de la anestesia. Pasé frente a los internados de terapia… y me vinieron en tropel mis recuerdos de aquel noviembre/diciembre de 1980 o aquel febrero del 83.
Salimos y la ciudad envuelta en llama en un diciembre abrasador nos tragó para dejarnos partir.