domingo, agosto 16, 2009

403. NORDESTE (JORGE HACHE)


Nordeste (2005)Juan Solanas

España, Bélgica, Argentina y Francia.104 min.

La tierra nace, crece, se desarrolla. Aquel que la habita es aceptado por la tierra, es parte de ella y queda determinado por la misma, adquiere sus caracteres fundamentales, se filtra entre sus grietas, entre lo áspero y lo bello se relaciona con lo que lo rodea de manera carnal, animal. Entre el habitante y la tierra se establece una relación de amor y odio, hay senderos pero es posible ver por momentos algunas porciones de luz que se cuelan. En una relación perversa la convivencia a pesar de todo es posible, la tierra se deja contemplar y el habitante la nutre con sus manos, con su cuerpo. Cuando el habitante es un extranjero la tierra se molesta (la tierra sabe muy bien quién es o no un intruso), predomina la neblina: tiniebla, humo, principio de fuego. El extranjero en la tierra es un no parido que viene a poseerla, a apropiarse de su humedad, de su sangre, viola la tierra, la explota, le arranca sus entrañas. Todo lo que el extranjero toca se convierte en mal nacido

La tierra es dueña de todo, todo lo que la rodea está supeditado a su forma, su atmósfera corre por los huesos del habitante y de manera inevitable por los del extranjero.

402. GRAN TORINO + OTRA HISTORIA

Dirección: Clint Eastwood. País: USA. Año: 2008. Duración: 116 min. Género: Drama. Interpretación: Clint Eastwood (Walt Kowalski), Christopher Carley (padre Janovich), Bee Vang (Thao), Ahney Her (Sue), Brian Haley (Mitch), Geraldine Hughes (Karen), Dreama Walker (Ashley), Brian Howe (Steve), John Carroll Lynch (Martin), William Hill (Tim Kennedy), Brooke Chia Thao (Vu). Distribuidora: Warner Bros.

No es un gran película, pero en su simplicidad clásica (unidad de tema, de lugar, de tiempo, de contados personajes) radica el secreto de la historia. Por supuesto que hay un norteamericano (aunque sea de origen polaco) que vive añora un país que ya no es (fábricas, costumbres y vecinos) y que pretende domesticar o civilizar por las buenas o por las malas a los extraños que lo rodean. Easwood sigue siendo el mismo de las películas anteriores, pero hay algo de simpático en esa figura aislada, gruñona, opuesto a todo, que mantiene conservada e intacta su casa a pesar de la ruina de las casas que lo rodean, que vive del pasado (Corea, Ford, el Gran Torino, su vieja camioneta), que tiene todo resuelto en su vida y que prefiere no depender de nadie, ni siquiera de sus hijos.

Hay algunos detalles valiosos: el primero es la forma de resolver el conflicto final: la lucha definitiva en la que el héroe deberá vencer a todos sus oponentes, se ve sustituida por una curiosa inmolación publica, como prueba indiscutible para la intervención de la justicia. El razonamiento parece ser: “No puedo destruirlos legalmente; como de todas formas estoy próximo a morirme, hago que mi muerte represente para todos ellos su condena y legitime la intervención de la justicia. Segundo, la presencia de esa extraña comunidad de orientales ,la comunidad Hmong, una etnia de 18 clanes distribuida entre las montañas de Laos, Vietnam, Tailandia y otras partes de Asia, que se trasladó con muchas penalidades a Estados Unidos tras su participación en la Guerra de Vietnam: se establecieron en Minnesota. El guión y Easwood los rescata del olvido y los coloca en un lugar de privilegio. La figura del chico a quien torpemente acompaña en el crecimiento es una excelente muestra de ello.

Y el tercero, la presencia, las discusiones y las razones del joven cura que discute con el viejo Walt Kowalski.

401. THE READER + EL LECTOR






Año de producción: 2008. País: Alemania – EEUU. Dirección: Stephen Daldry Intérpretes: Kate Winslet, David Kross, Ralph Fiennes, Lena Olin, Bruno Ganz, Matthias Habich, Susanne Lothar, Karoline Herfurth. Argumento: Bernhard Schlink (novela) Guión: David Hare. Música: Nico Muhly. Fotografía: Roger Deakins, Chris Menges. 124 minutos

La historia – no la película que se inicia con escena de 1995 - comienza en la Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. A veces el azar regala verdaderas historias y tuerce los brazos del destino: MICHEL (Ralph Fiennes) vuelve de la escuela, llueve y se siente descompuesto: baja del tranvía y se refugia en un portal. Hanna (Kate Winslet), una desconocida que vive allí y que le dobla la edad, lo protege y le ayuda a llegar a su casa. Una vez recuperado, Michael busca a Hanna para agradecerle. Pero se produce lo inesperado: las miradas de ambos se cargan de deseo y el ritual de iniciación de MICHEL se transforma – por decisión de los dos - en un apasionado y secreto amor entre ambos. Hay diferencias de edad, de clase social, de entornos, de niveles culturales. La mujer es la maestra que lo inicia y lo conduce: el chico es un aprendiz fiel que desplaza su interés por la familia, la escuela y los mismos amigos. Se conocen poco. Tardíamente se revelan sus nombres y, casi por casualidad, el muchacho descubre que a Hanna le encanta que le lea y su relación física se hace más profunda, al tiempo que MICHEL se convierte en el mensajero y el lector que la inicia en la cultura, a través de la lectura.

Un día – después sabemos por qué – Hanna que trabaja como guarda en el tranvía que usa Michel y que ha sido premiada por su bien desempeño, desaparece un misteriosamente dejando a Michael desorientado y obligado a encontrarle destino a su vida. Ocho años más tarde, siendo estudiante de Derecho, Michael participa de un seminario que dicta un prestigioso profesor y al que asisten muy pocos alumnos: como parte de su aprendizaje asiste a uno de los juicios por los crímenes nazis: juzgan a seis mujeres responsables de algunas acciones en campos de concentración. Se queda atónito al encontrarse de nuevo con Hanna: es una de las acusadas. A medida que se va revelando el pasado de la mujer - también en el campo de concentración elegía algunas mujeres que debía ser ejecutadas para que le leyeran libros -, Michael descubre un profundo secreto que tendrá un gran impacto en la vida de ambos, pero no se atreverá a revelarlo, aun sabiendo que se trata de un elemento esencial para determinar la responsabilidad relativa o absoluta de la mujer.

Hanna es condenada y Michel no logra vencer su resistencia para verla y hablar con ella en la cárcel. Arma su vida, se casa, termina su carrera como abogado, tiene una hija… y trata de mitigar la larga condena de Hanna con el envío de libros leídos y grabados. Ella – con mucho esfuerzo – aprenderá, tardíamente, a leer y a escribir, como respuesta a su esfuerzo.

Cuando finalmente puede recuperar parte de su pasado, todo se desmorona y Michel sólo puede recuperar su legado y su voluntad de ayudar a los sobrevivientes del holocausto.

La historia misma es sorprendente, porque no sabemos por dónde nos llevará la historia. Hay escenas y diálogos que sólo reflejan la situación de Hanna y Michel… pero hay otros que reflejan toda la problemática de la Alemania de la postguerra: las clases y las discusiones con el experimentado profesor reflejan los discutidos límites entre la ética y la ley… algo que también se refleja en las palabras del Presidente del Tribunal, o en las palabras de la sobreviviente que no quiere reconocer arrepentimiento alguno.

De alguna manera el MICHEL que sufre en el juicio y no tiene atrevimiento para intervenir, logra redimirse cuando se hacer cargo de su pasado (finalmente confiesa lo que ha vivido), acepta darle protección a HANNA, y producido el suicidio, obedece lo dispuesto en el testamento.

Es verdad que hay cuestiones que no se plantean: Hanna no parece plantearse la legitimidad de la relación, así como no revela nada de su pasado, ni confiesa son claridad que es analfabeta (tal vez la única dignidad que defiende, aun en una situación límite). Tampoco Michel parece encontrar algo cuestionable en sus actos. Nada se pregunta sobre esa extraña mujer que se entrega sin reparos. Y le cuesta decidir entre lo que significa esa mujer del presente mediato para él y lo que ha significado para las miles de víctimas que pueden reconocerla. Y Hanna que – a diferencia de las demás acusadas – confiesa todo, no siente culpa. Hizo lo que podía hacer en ese momento y quiere juzgarlo con el criterio con que en ese momento debía proceder (ej. dejar encerradas a las 300 prisioneras que mueren dentro de la iglesia incendiada, obedeciendo la orden que habían recibido).

El lector (Der Vorleser, en alemán = literalmente "el lector en voz alta") es una novela escrita por Bernhard Schlink y publicada en 1995. A través de la historia hay una nueva mirada sobre el holocausto y la forma con que fueron juzgado los culpables: no todos los condenados fueron los verdaderos culpables.

Es una película que habilita numerosos debates en varios planos y problemas. Sobre todo porque proviene de sociedades que hicieron mucho antes miradas de memoria y justicia sobre su pasado.

sábado, agosto 15, 2009

400. EL AMOR

El amor lleva a apropiarse del otro, pero, al propio tiempo, exige que el otro permanezca independiente; pues si por un momento dejara de ser irreductible, la participación amorosa desaparecería; ya no serían dos alteridades frente a frente sino uno en soledad. Asimismo, el sujeto desea entregarse plenamente y, sin embargo, sólo sostiene su amor lo que en él queda de originalidad frente al otro, de resguardo inviolado, de intimidad: que sólo mantiene la comunión lo que aún permanece en soledad. Y así, la más plena comunión lleva larvada en su seno la más profunda soledad. LUIS VILLORO

DOS CUERPOS : OCTAVIO PAZ

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

viernes, agosto 07, 2009

399. SIMETRIAS


Se conocieron, trabajaron simétricamente la conquista, se enamoraron, se amaban. Poblaban de proyectos sus encuentros. Furtivos, tramposos. Ambos lo sabían. Ana María sabía a quien traicionaba y Jordan era consciente de sus engaños. Se encontraban puntualmente. Dos veces por semana. Jordan apuraba sus trámites en el trabajo. Ana María se apresuraba para cerrar sus clases en la facultad. El mencionaba en casa reuniones de trabajo o encuentros de negocios. Ella, reuniones de departamento o compromisos académicos con alumnos o colegas. Jordan estacionaba el auto en el lugar acostumbrado y se quedaba escuchando algo de música, relajado. Ana llegaba al rato, con pasos misteriosos. Nunca fallaban, nunca equivocaban los lugares ni los horarios. No necesitaban utilizar sus celulares. Se encerraban en el auto y a partir de allí ponían en movimiento otro universo.

Jordán sabía que engañaba a Mariana. Ana María sabía que la esperaba Horacio. No había culpa, pero ambos eran conscientes. Cuando las defensas racionales de Ana María bajaban y se entregaba sin límites, y cuando Jordán se enloquecía ella ponía la necesaria cuota de razón. “Cuando más controlado, mas descontrolados”, decían. “La mayor prudencia para el goce mas atrevido”, repetían. Las simetrías se multiplicaban – como en espejo – hasta el infinito. Incluso los regresos, puntuales (y en horarios prudentes) les regalaban un recibimiento cálido en los dos remotos hogares.

Curioso sin embargo. No todo puede ser perfecto. O tal vez si. Mariana y Horacio se habían acostumbrado a las puntuales ausencias, a las programadas esperas y por azar u oportunidad se conocieron: hicieron un esfuerzo mínimo para aprovechar juntos esos huecos que el horario familiar les regalaba. Mientras Ana María se encontraba con Jordán y buscaban juntos algún lugar tranquilo, ellos cómodamente aprovechaban la casa de uno o de otro, refugios seguros hasta que regresaran. Ni Horacio ni Mariana daban detalles de sus parejas: nunca imaginaron que devolvían las traiciones, que repetían los rituales, que la simetría se multiplicaba en los espejos de las relaciones. Nunca supieron los unos de los otros. Nunca sospecharon.

Regresaban y se encontraban sin conflictos, sin rencores, sin reclamos. Pulcros, contentos, satisfechos, plenos. Y a veces – cada uno en su lugar – para calmar cierta remota culpa o subjetiva sospecha se amaban sin pasión pero con total entrega para demostrar lo indemostrable.

Cierta vez, alguien no llegó a la cita. O el regreso fue mas temprano del acostumbrado o algo alteró los planes. El mundo y la historia están atravesados por la contingencia, no por la necesidad. Y hasta las simetrías más perfecta suelen romperse.

En algún lugar ríe Cervantes y las historias del Quijote en los capítulos 33,34 y 35 de la primera parte.