miércoles, julio 30, 2008

328. LABERINTO


Siempre es triste la verdad. Por algún motivo siempre nos sorprende. No sé si tiene remedio. La verdad que descubrimos o la verdad que revelamos. La verdad que exhibimos o la verdad que nos arrancan desde una puerta clausurada. No va a ser fácil silenciar el viernes 25 y el tránsito veloz de algunos minutos en el reloj... o la eternidad del 29 con la necesidad de hablar y de callar, de decir y de frenar cada una de las palabras. No es fácil. Me podrán decir que uno psicológicamente sale a la búsqueda de la revelación, del descubrimiento, del riesgo, pero yo me resisto a aceptarlo. Prefiero seguir navegando en un mar sin nubes, en un universo sin amenazas. Porque de pronto se cae todo, todo amenaza con derrumbarse, todo se somete a discusión, se clausuran las puertas, se cierran los candados, uno siente que cae y cae sin que haya un fondo en donde finalmente reposar. Quiero un poco de fondo!

No lo sé. Debatiéndome en un estrecho laberinto me choco contra las paredes sin poder salir, y sin saber si quiero salir, si puedo salir, si vale la pena salir.

Cuál es el anverso y el reverso de este universo borgiano. Allí cerca alguien demanda la fidelidad a lo prometido alguna vez y mezclan los derechos con el desconsuelo. Un poco mas lejos, la entrega total me reclama la misma entrega

Y por un momento las palabras se ciegan en la garganta, se resisten, se pierden, se quedan sin pensamiento. O es el pensamiento que no encuentra las palabras. O la decisión que se resiste a concretarse. O es el misterio de uno mismo y de los otros.

Y me digo: no es verdad, no puede serlo. Esa misma duda que le puse a las acciones posteriores a un 24 de hace tiempo, es la que me inoportuno y sobreviene en estas horas. O ¿por qué no? ¿qué le impide a quien aporta todo y se juega todo apostar legítimante sus propios dados, lanzar sus cartas, encontrar su plenitud, sin culpa alguna?

Resuenan viejas campanas a lo lejos. No sé - en suma - si soy yo, o alguien vive por mí en estos días.

327. NO PODEMOS ESCAPAR DEL PASADO



El pasado (Argentina-Brasil/2007). Dirección: Héctor Babenco. Con Gael García Bernal, Analía Couceyro, Moro Anghileri, Ana Celentano y Mimí Ardú. Guión: Héctor Babenco y Marta Góes, basado en la novela homónima de Alan Pauls. Fotografía: Ricardo Della Rosa. Música: Iván Wyzsogrod. Edición: Gustavo Giani. Dirección de arte: Sebastián Orgambide. Duración: 114

Los amores nunca se vuelven totalmente “pasado”, nunca admiten el cierre, la clausura, siempre se conjugan en tiempo presente. Desde algún lugar siempre están al asalto. Cuando uno supone que todo ha terminado, en realidad todo empieza. Esa es la lectura que podemos hacer de la película de BABENCO: EL PASADO. Una cuidada filmación en la que especialmente los tonos de los diálogos y de los actores aparecen muy atractivo, creíble, posible. Es atractiva la manera en que filma Babenco, como guías los curiosos mundos interiores y exteriores de los actores.
Sofía es la ex mujer de Rímini (uno se entera al iniciarse la película), pero no puede, no quiere o (como si se tratara de un imperativo ético) no debe abandonarlo. Rímini hará experiencias diversas con mujeres diversas, cada una con sus curiosas formas de ser y de demandarlo, de acompañarlo, darle placer, compartir su vida, hasta darle un hijo. Cada una de ellas de alguna manera muere o desaparece, dejándolo cada vez mas huérfano, más solo. Y de alguna manera siempre renace, y en cada renacimiento está Sofía siempre presente, recordándole para qué está y por qué lo necesita. Hasta ese increíble final en el que parece que junto con las fotos – prolijamente clasificadas – se cierra una historia de mujeres, un discurso femenino de eterna posesión y reconquistar, de retorno necesario al origen del mundo.
Sofía siempre está porque aunque está convencida de que le ha enseñado a todo a Rímini (y esa es la función de algunas mujeres en la vida de los hombres) supone que la seguirá necesitando. Lo reclama, le pide opinión, aprueba o desaprueba sus elecciones. No se muestra celosa, sino convencida de que ninguna mujer la puede suplantar. No sé si Sofía está loca, es loca, se hace la loca o es simplemente mujer. Porque uno no sabe si las restantes mujeres (Vera, Carmen, Nancy) son mas cuerdas que ella, porque – en suma – le provocan mas mal que ella, que ha vivido con Rímini durante 12 años y que se conocen desde siempre.
Rímini por su parte parece enfrentado con la memoria (laboralmente no puede seguir como traductor porque le sobrevienen lagunas en el manejo de los idiomas; pero también olvida nombres, situaciones, hechos), pareciera como des-conectado de su pasado, mientras Sofía es todo pasado.
"El Pasado", filme del director Héctor Babenco basado en el libro de Alan Pauls es la historia de Rimini (Gael García Bernal), un joven traductor quién se separa tras estar casado 12 años con Sofía (Analía Couceyro), su primera novia. La delicadeza con la cual ambos conducen la separación se ve consumida cuando él comienza a salir con Vera (Moro Anghileri). Ya recuperado, Rimini se casa con Carmen (Ana Celentano), su compañera de traducción. Una amnesia misteriosa, producida por el trauma de la muerte de Vera, bloquea de su cerebro los dos idiomas que solía traducir. Ayudado por Carmen, Rimini termina por adoptar el incómodo papel de marido dependiente. El nacimiento de Lucio, su hijo, lo ayuda a reanimarse. Sin embargo, el matrimonio naufraga cuando Sofía, en un momento de locura, secuestra por algunas horas al bebé de la pareja: Rímini pierde a su mujer y a su hijo.
De brillante traductor y hombre seductor, Rimini se hunde en la nada para reaparecer como un personal trainer y amante de Nancy, una mujer rica y vulgar, descontrolada. Al verla con otro hombre, tiene una crisis de celos, intenta destruir el auto de ella y termina en la cárcel.
Sofía, que paga la fianza y lo libera, es líder del instituto Adéle H, un grupo de "mujeres que aman demasiado" y exhibe a Rimini como un trofeo ante sus discípulas y amigas, para comprobar la eficacia de sus teorías sobre la fuerza del recuerdo (del pasado) para el reencuentro de la pareja. Y cuando el re-encuentro parece alentar algo definitivo, Rímini se presta – como un juguete o como un trofeo - a los requerimientos de Sofía, pero milagrosamente logra recuperar al mismo tiempo su francés olvidado y la capacidad de amar a otra mujer… y sabe que no se quedará: necesariamente deberá partir.