miércoles, julio 30, 2008

328. LABERINTO


Siempre es triste la verdad. Por algún motivo siempre nos sorprende. No sé si tiene remedio. La verdad que descubrimos o la verdad que revelamos. La verdad que exhibimos o la verdad que nos arrancan desde una puerta clausurada. No va a ser fácil silenciar el viernes 25 y el tránsito veloz de algunos minutos en el reloj... o la eternidad del 29 con la necesidad de hablar y de callar, de decir y de frenar cada una de las palabras. No es fácil. Me podrán decir que uno psicológicamente sale a la búsqueda de la revelación, del descubrimiento, del riesgo, pero yo me resisto a aceptarlo. Prefiero seguir navegando en un mar sin nubes, en un universo sin amenazas. Porque de pronto se cae todo, todo amenaza con derrumbarse, todo se somete a discusión, se clausuran las puertas, se cierran los candados, uno siente que cae y cae sin que haya un fondo en donde finalmente reposar. Quiero un poco de fondo!

No lo sé. Debatiéndome en un estrecho laberinto me choco contra las paredes sin poder salir, y sin saber si quiero salir, si puedo salir, si vale la pena salir.

Cuál es el anverso y el reverso de este universo borgiano. Allí cerca alguien demanda la fidelidad a lo prometido alguna vez y mezclan los derechos con el desconsuelo. Un poco mas lejos, la entrega total me reclama la misma entrega

Y por un momento las palabras se ciegan en la garganta, se resisten, se pierden, se quedan sin pensamiento. O es el pensamiento que no encuentra las palabras. O la decisión que se resiste a concretarse. O es el misterio de uno mismo y de los otros.

Y me digo: no es verdad, no puede serlo. Esa misma duda que le puse a las acciones posteriores a un 24 de hace tiempo, es la que me inoportuno y sobreviene en estas horas. O ¿por qué no? ¿qué le impide a quien aporta todo y se juega todo apostar legítimante sus propios dados, lanzar sus cartas, encontrar su plenitud, sin culpa alguna?

Resuenan viejas campanas a lo lejos. No sé - en suma - si soy yo, o alguien vive por mí en estos días.

327. NO PODEMOS ESCAPAR DEL PASADO



El pasado (Argentina-Brasil/2007). Dirección: Héctor Babenco. Con Gael García Bernal, Analía Couceyro, Moro Anghileri, Ana Celentano y Mimí Ardú. Guión: Héctor Babenco y Marta Góes, basado en la novela homónima de Alan Pauls. Fotografía: Ricardo Della Rosa. Música: Iván Wyzsogrod. Edición: Gustavo Giani. Dirección de arte: Sebastián Orgambide. Duración: 114

Los amores nunca se vuelven totalmente “pasado”, nunca admiten el cierre, la clausura, siempre se conjugan en tiempo presente. Desde algún lugar siempre están al asalto. Cuando uno supone que todo ha terminado, en realidad todo empieza. Esa es la lectura que podemos hacer de la película de BABENCO: EL PASADO. Una cuidada filmación en la que especialmente los tonos de los diálogos y de los actores aparecen muy atractivo, creíble, posible. Es atractiva la manera en que filma Babenco, como guías los curiosos mundos interiores y exteriores de los actores.
Sofía es la ex mujer de Rímini (uno se entera al iniciarse la película), pero no puede, no quiere o (como si se tratara de un imperativo ético) no debe abandonarlo. Rímini hará experiencias diversas con mujeres diversas, cada una con sus curiosas formas de ser y de demandarlo, de acompañarlo, darle placer, compartir su vida, hasta darle un hijo. Cada una de ellas de alguna manera muere o desaparece, dejándolo cada vez mas huérfano, más solo. Y de alguna manera siempre renace, y en cada renacimiento está Sofía siempre presente, recordándole para qué está y por qué lo necesita. Hasta ese increíble final en el que parece que junto con las fotos – prolijamente clasificadas – se cierra una historia de mujeres, un discurso femenino de eterna posesión y reconquistar, de retorno necesario al origen del mundo.
Sofía siempre está porque aunque está convencida de que le ha enseñado a todo a Rímini (y esa es la función de algunas mujeres en la vida de los hombres) supone que la seguirá necesitando. Lo reclama, le pide opinión, aprueba o desaprueba sus elecciones. No se muestra celosa, sino convencida de que ninguna mujer la puede suplantar. No sé si Sofía está loca, es loca, se hace la loca o es simplemente mujer. Porque uno no sabe si las restantes mujeres (Vera, Carmen, Nancy) son mas cuerdas que ella, porque – en suma – le provocan mas mal que ella, que ha vivido con Rímini durante 12 años y que se conocen desde siempre.
Rímini por su parte parece enfrentado con la memoria (laboralmente no puede seguir como traductor porque le sobrevienen lagunas en el manejo de los idiomas; pero también olvida nombres, situaciones, hechos), pareciera como des-conectado de su pasado, mientras Sofía es todo pasado.
"El Pasado", filme del director Héctor Babenco basado en el libro de Alan Pauls es la historia de Rimini (Gael García Bernal), un joven traductor quién se separa tras estar casado 12 años con Sofía (Analía Couceyro), su primera novia. La delicadeza con la cual ambos conducen la separación se ve consumida cuando él comienza a salir con Vera (Moro Anghileri). Ya recuperado, Rimini se casa con Carmen (Ana Celentano), su compañera de traducción. Una amnesia misteriosa, producida por el trauma de la muerte de Vera, bloquea de su cerebro los dos idiomas que solía traducir. Ayudado por Carmen, Rimini termina por adoptar el incómodo papel de marido dependiente. El nacimiento de Lucio, su hijo, lo ayuda a reanimarse. Sin embargo, el matrimonio naufraga cuando Sofía, en un momento de locura, secuestra por algunas horas al bebé de la pareja: Rímini pierde a su mujer y a su hijo.
De brillante traductor y hombre seductor, Rimini se hunde en la nada para reaparecer como un personal trainer y amante de Nancy, una mujer rica y vulgar, descontrolada. Al verla con otro hombre, tiene una crisis de celos, intenta destruir el auto de ella y termina en la cárcel.
Sofía, que paga la fianza y lo libera, es líder del instituto Adéle H, un grupo de "mujeres que aman demasiado" y exhibe a Rimini como un trofeo ante sus discípulas y amigas, para comprobar la eficacia de sus teorías sobre la fuerza del recuerdo (del pasado) para el reencuentro de la pareja. Y cuando el re-encuentro parece alentar algo definitivo, Rímini se presta – como un juguete o como un trofeo - a los requerimientos de Sofía, pero milagrosamente logra recuperar al mismo tiempo su francés olvidado y la capacidad de amar a otra mujer… y sabe que no se quedará: necesariamente deberá partir.

domingo, julio 27, 2008

326. GATON Y RATON


No lo sé. O no quise saberlo. Creo que lo intuí toda la semana y estuve como escapándole a los hechos, como anticipándolo... pero ya el miércoles y le jueves hice lugar a los atrevimientos. Y los disfruté por cierto. La mañana del viernes parecía una mañana mas. Y a veces la confianza mata al precavido. El clima de despedida por las vacaciones, la tensión de la semana, cierta inconsciencia fue tejiendo una trama que hizo pasar en cuestión de minutos de la gloria al infierno. La cara contra el vidrio y todas las imposibilidades fue el final.

Hubo gritos iniciales, palabras balbuceadas, temerosas torpes y luego silencio. Un silencio que se prolonga sin tiempo y que seguramente conduce a alguna decisión. Es una herida que sangra, aunque abunde en explicaciones.

No sé. El cuerpo se sacudió con los hechos. El cuerpo no puede pasar de una situación a otra, no puede jugar tantos partidos juntos.

Y puede ser, puede suceder. Esa sensación de culpa es saludable. No me parece mal, decia, pero me parece mal lo que conlleva para los terceros que comparten demasiado.

Estoy nadando en un mar sin orillas, buscando a donde ir, tratando de agarrarme a algo... y tengo esa sensación- tan frecuente en los últimos tiempos - de que lucho en el ring, solo, muy solo, oigo gritos de aliento... y de pronto hay un golpe casi mortal que me tira al piso. Oigo la cuenta que quiero que sea eterna, estoy tirado y respirando con fuerza... y espero, espero para levantarme y seguir con la pelea. Y mientras tanto pienso en todo y no me caben los pensamientos en la pantalla de la memoria. Y no sé si soy el gato o si soy el ratón, o si hay en todo esto una dialéctica relación que va cambiando los roles y uno debe tener la inteligente percepción de descubrirlo, saberlo, obrar.

325. FICCION Y REALIDAD







LA PELICULA: LO VEROSIMIL

Un valiente corresponsal de guerra goza de fama, honores y riquezas. Un a reacción que protagoniza frente a las cámaras lo hunde en la nada y debe subsistir vendiendo notas a los medios que se la encargan o se la compran. El relator de la historia inicial es el camarógrafo que oportunamente lo había acompañado y que, tras el fracaso, debe abandonarlo para seguir una carrera ascendente.
Los reúne la casualidad en BOSNIA en donde SIMON HUND (Richard Gere) afirma tener toda la información para hacerle una entrevista al mas famoso criminal de guerra. La historia saldrá en su búsqueda… para probar que no hay razones valederas para que en tantos años las fuerzas de paz y de inteligencia no lo hayan podido reconocer y apresar, como los periodistas finalmente lo hacen. La historia, sin embargo, es más compleja porque hay otras razones por las que HUND necesita encontrar a “EL ZORRO”, el victimario cruel de una guerra genocida.

Spring Break in Bosnia (La sombra del cazador): el actor de 58 años interpreta al periodista Simon Hunt, un corresponsal de guerra, que durante el conflicto en Bosnia-Herzegovina (1992-1995) sufre un ataque emocional en cámara que acaba con su carrera. Tras cinco años, Hunt regresa a Sarajevo y convence a su antiguo cameraman, Duck (Terrence Howard), de entrevistar al mayor criminal de guerra de esos años, "El zorro", basado en Radovan Karadzic, buscado aún por cargos de genocidio contra los musulmanes bosnios. La historia se complica aún más cuando son confundidos con agentes de la CIA y la cacería se vuelve una misión más que riesgosa en medio de una población serbo-bosnia, que protege celosamente al peligroso fugitivo.



LAS NOTICIAS: LA VERDAD

La detención llega muy tarde, pero por fin Radovan Karadzic está entre rejas. Nunca recuperaremos a nuestros seres queridos. Mientras los demás viven, aquí seguimos buscando huesos para enterrar a los muertos. Y sí, está muy bien que arresten al que fue el jefe de la banda, pero ¿qué pasa con tantos otros Karadzic que tenemos por aquí?". Hatidia Mehmedovic, que ronda los 60 años, llevaba mucho tiempo esperando ver la detención del psiquiatra ultranacionalista que robó sus sueños y los de decenas de miles de personas en la guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995). El Tribunal Internacional de La Haya para la antigua Yugoslavia (TPI-Y) tiene el encargo de sentarle en el banquillo, juzgarle y, con toda probabilidad, condenarle, algo de lo que la muerte libró a su mentor Slobodan Milosevic. Ella, que perdió al marido y dos hijos en aquella ensoñación criminal, pone hoy toda su rebosante vitalidad al servicio de su causa: que haya justicia. Y que al menos los muertos descansen por fin en paz. Pese a tantos sinsabores, sus nuevos sueños empiezan a tener ahora visos de hacerse realidad.


El asedio -medieval pero con armas modernas- fue obra de un poeta mediocre, cuyo rencor al medio literario que lo menospreció le llevó a bombardear con saña, desde el comienzo mismo del cerco, el edificio -y, con mayor puntería, el piso- del crítico que expresó sin rodeos su desdén por la ínfima calidad de sus poemarios. De un bardo resentido que, abanderando la supuesta causa patriótica, se convirtió en el eficaz artillero que bombardeaba a diario la odiada ciudad en la que convivían musulmanes, ortodoxos, católicos y judíos, símbolo de ese cosmopolitismo y pluralismo étnico y cultural que desmentían su pretensión de una identidad homogénea e impermeable al paso de los siglos. De un asesino proclamado por la ultranacionalista Iglesia Ortodoxa Serbia "Hijo Predilecto de Jesucristo", y por su hermana Helena, "Hijo de la Iglesia Griega". De un "respetable estadista" -"parte ineludible del conflicto"- recibido con honores en una Unión Europea que se resistió a aceptar hasta el fin la neta distinción entre verdugos y víctimas. De un protegido bajo mano por personalidades de la comunidad internacional y sus representantes en Bosnia -Unprofor y unos negociadores cuyo fiel de la balanza se inclinaba siempre de su lado-, encabezadas por el presidente francés François Mitterrand. De un demagogo nacionalista para quien, lo cito, "la historia, si no es nuestra, no debe existir".

Esa inexistencia condujo a la siniestra limpieza étnica negada, maquillada, empequeñecida y disculpada por jefes y oficiales de alto rango, que amparaban con su silencio el genocidio del que fui testigo y que merecerían figurar por sus méritos en una historia universal de la infamia. Los nombres de estos cómplices o Pilatos acuden de pronto a mi memoria, pero me asquea el simple acto de escribirlos. Las verdades ocultadas tras una aparente neutralidad informativa, los hechos escamoteados -como la no distribución de alimentos a la población sitiada, la existencia de prostíbulos con prisioneras musulmanas para uso de los militares de Unprofor, el registro humillante de los periodistas a quienes se prohibía sacar la correspondencia de los asediados más allá del límite irrisorio de cinco cartas, el registro de sus maletas en la base de la OTAN en Aviano (Italia)...-, componen una larga lista de vilezas y de afrentas que me resisto a enumerar. Baste evocar que la noticia de la matanza de 8.000 varones musulmanes en Srebrenica, en el enclave supuestamente protegido por la ONU -exculpada incluso por un negociador japonés-, se retuvo por espacio de 40 días y que fue una triste primicia del periódico en el que escribo estas líneas el día siguiente al que entrevisté a unos supervivientes de aquel horror.
Imaginar que dicho silencio cómplice no iba a tener un precio, era vivir fuera del planeta. La fractura abierta entre Occidente y el Islam -incubada por el fracaso de las sociedades musulmanas a subirse al tren de la modernidad- se ensanchó entonces. Centenares de defensores de la justísima causa bosnia se transformaron en yihadistas que de Bosnia, pasando por Chechenia, se integraron en las filas del islamismo radical de Argelia para agruparse luego en las de Al Qaeda. Por no poner fin con rapidez al sitio de Sarajevo -¿hubiera durado éste 40 meses si los asediadores hubieran sido musulmanes y los asediados cristianos?-, se habría evitado tal vez la barbarie de los atentados de Nueva York, de Londres y de Madrid.
El bardo-tirador fugitivo durante 10 años a la justicia internacional contó con la complicidad de un ultranacionalismo obtuso para el que seguía siendo un héroe. Habrá que conocer ahora a quienes lo albergaron en monasterios ortodoxos y le brindaron una eficaz protección contra la que se estrellaron los esfuerzos de la ex fiscal del Tribunal Internacional de La Haya Carla del Ponte.
El monje curandero barbudo que ha aparecido esta semana en los servicios informativos de la televisión internacional deberá rendir cuenta, al fin, de sus crímenes de guerra y contra la humanidad. Falta aún en el juicio su compadre Mladic, el carnicero de Srebrenica que arengó a las aterrorizadas mujeres del enclave con un ignominioso "y ahora vais a tener el honor de ser las esposas de mis valientes soldados" en las narices del coronel de Unprofor con quien brindó con champaña. La paz y la reconciliación en los Balcanes serán posibles entonces, pero el juicio de los culpables no resucitará a las 130.000 víctimas de la limpieza étnica ni devolverá al circuito de la palabra escrita el tesoro consumido por las llamas en el incendio de la Biblioteca. Juan Goytisolo

miércoles, julio 23, 2008

324. ENCENDER CANDELAS

Alguien ocupa el lugar. Lo ocupa legítimamente. Reina en el territorio, aunque se encargue de demarcarlo permanentemente. Vigila, pregunta, advierte, castiga. Defiende la propiedad privada como cosa exclusiva. Tiene argumentos y razones. Las exhibe y las recuerda.
Y es verdad, a veces, uno anda por la vida encendiendo candelas adicionales, por las dudas, para no quedarse sin luz. No le basta que brille la luz principal, que lo ilumine todo, que todo lo satisfaga: prefiere asegurarse con candelas adicionales.
Y entonces aparece un llamado, un correo, un mensaje. Nada serio, nada comprometedor, nada seguro, pero un tanto ambiguo. Como si uno entornara la puerta y la dejara casi abierta, o casi cerrada como a la espera. No dará ningún salto, no golpeará, no saldrá al pasillo, pero la puerta juega con apertura, ese hilo de luz o de aire o de libertad.
Y entonces, un llamado, una visita, una mirada, algunas palabras, ciertas insinuaciones se convierten en encendedores de candelas o en sus alimentos naturales... especialmente cuando - en otro lugar del mismo pasillo y en la misma noche - alguien también deja la puerta entreabierta, sin cerrar, tentadora, como esperando. Sólo se trata de dar el primer paso, atreverse: luego, todo está permitido.
Tiene razón: alguien ocupa el lugar y anda visitando las noches y los pasillos cerrando todas las puertas, asegurándose de que no haya grietas, ni tentaciones, ni oportunidades. Para dormir tranquila y disfrutar del territorio.

323. ¿EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS?

La noticia - ya conocida y divulgada en otros países – no deja se sorprender. ¿Se trata de prostitutas que eligen algún eufemismo para presentarse y deciden hacer estudios universitarios o se trata de menesterosas estudiantes universitarias que optan por la prostitución como un medio legítimo de vida para mantenerse y solventar tus estudios?
¿El fin que persiguen es compartible con los medios elegidos? Si la educación representa una verdadera promoción de la persona, ¿se puede optar por la prostitución como forma para alcanzarlo? ¿Tiene algún sentido este tipo de comercio cuando se trata de jóvenes que pueden elegir otras formas de vida y de trabajo, más compatibles con sus aspiraciones y futuras? ¿O se trata, simplemente, de una forma mas refinada de prostitución que para lograr incrementar los ingresos cultiva el perfil de las mujeres que se ofrecen con presuntos o reales estudios universitarios?

Aunque parezca extraño, el último grito de la moda capitalista es el auge de los servicios de agencias de acompañantes y el turismo sexual acrecientan el fenómeno de las prostitutas universitarias. En los últimos años, jovencitas con proyectos profesionales, buenas familias, varios idiomas en su CV y maratónicas sesiones de gimnasio marcan tendencia en el negocio de la prostitución VIP. La “doble vida” es sinónimo de pesos; en el mundo y, por supuesto, en la Argentina.

Según un informe elaborado y difundido en los medios, las chicas que posan en las vitrinas de los portales VIP apenas llegan a los 30 y su perfil psico-físico-cultural puntúa mucho más arriba de la media del ambiente. Trabajan en forma independiente, gran parte de ellas estudian carreras universitarias, manejan varios idiomas y cuidan su "presencia" como si fueran verdaderas modelos de televisión. “Transmiten que son lindas y que, además, pueden hacerte quedar muy bien en una cena de negocios"
Sus clientes son personas con altos cargos y poder adquisitivo elevado. Muchos son extranjeros, pero también hay empresarios exitosos de nuestro país. “El turista busca compañía por uno o más días completos y paga en dólares. El cliente local, en cambio, contrata servicios cortos”. En ambos casos, se busca pasar un momento agradable con la seguridad de que obtendrán exactamente lo que contrataron por medio del sitio. Generalmente, los lugares para la cita son elegidos por ellas. “Puede ser en el hotel o en su propio departamento también, pero no todas pueden o quieren acondicionarlo para recibir a un cliente de estas características entonces prefieren hacer servicios a domicilio”.Actualmente, cuatro de cada diez prostitutas de agencia son universitarias y hasta respetan características similares: provienen de buenas familias, mantienen un nivel de consumo alto, se pagan los estudios en universidades privadas, hablan un buen nivel de inglés y tienen vidas sociales normales, que mantienen intactas más allá de sus actividades "extracurriculares". “Todas dicen que serán prostitutas por un tiempo, pero en muchos casos, quedan pegadas... aún con su titulo bajo el brazo”.
Según declaraciones: “Mañana, por ejemplo, voy a la facultad a rendir un parcial y a buscar unos apuntes y después, a eso de las 19, recién arranco con el trabajo”, dice, enchufadísima. Se calma. Sabe que “trabajar” para ella significa prostituirse y, por eso, empieza a contar su historia con un poco más de cautela: habla de los altos precios que cobra (entre 400 y 1500 la hora “depende el señor”) comenta que sus clientes son “caballeros” con los que, muchas veces, terminan hablando de sus respectivas profesiones.

De la misma manera que – en el futuro – dispondrán de una “cartera de clientes” en sus respectivas profesiones, también aquí el cuidado ejercicio de la prostitución (con el uso de curioso y atractivos eufemismos) genera una selección de clientes a los que se atiende periódicamente muchas veces con pagos y recompensas adicionales (viajes, vacaciones, regalos o recomendación para algún trabajo). De esta manera quien presta el servicio y los usuarios se aseguran seguridad, confidencialidad, refinamiento y atención de primer nivel.

sábado, julio 12, 2008

322. SUEÑOS Y CULPA

La película de Woody Allen, “El sueño de Cassandra” es una proyección de sí mismo y de la presencia de la culpa que fluye de manera creciente. Hay un momento en el relato en que todo es posible, porque ante los dos hermanos que comparten tiempos y aventuras (entre ellos el barco recién adquirido: CASANDRA) se abre el futuro y que los riesgos puede encontrar en la propuesta que le realiza el tío, hermano de la madre, es una salida saludable. Como toda tentación, hay un momento de convencimiento, de auto o mutuo convencimiento, de engaño racional y justificatorio de la ciencia. Pero cuando se traspasa una línea, la delgada línea roja de una acción que no puede regresar atrás, ya no hay vuelta atrás.

Hay acciones, en la vida, que permite compensaciones, regresos, vuelta atrás, reconciliaciones, disculpas, heridas que se sanan… pero hay otras que no admiten regresos: lo hecho, hecho está… y no se puede volver atrás (por ejemplo, una violación o un crimen) Casandra es un barco, símbolo de los sueños de dos hermanos, Ian y Terry, quienes tienen diversos motivos para necesitar mucho dinero y aceptan cometer un crimen como forma de “pagar” los regalos y las ayudas del tío. Ian, parece capaz de todo por su ambición; Terry, en cambio, debe resolver sus problemas deudas con el juego. Los dos hermanos, están interpretados de manera excelente por Ewan McGregor (Ian) y Collin Farell (Terry). Aquí se contraponen dos visiones opuestas de una misma persona. Ian, en un principio parece que es más sensato y más comedido que Terry, un ejemplo a seguir.

Pero cuando los hechos se consuman y el dinero aparece, se acallan los interrogantes de la conciencia, Ian quiere mantener lo hecho y ser fiel a lo acordado y Terry se desbarranca bajo la voz y el peso de la culpa. Los diálogos son los propios de las películas de W. Allen, pareciera que él mismo el que se apropia de los personajes y habla a través de ellos. T
erry el chico jugador, desprolijo y malo, es el que más dudas tiene a la hora de matar y el que más se arrepiente después de haberlo hecho. Es decir, aquí se enfrentan dos fuerzas, por un lado, las falsas apariencias y la codicia (Ian) y por otro lado el arrepentimiento y la culpa (Terry).

El tema retoma la culpa después del crimen que se respiraba en “Macht Point”: pero allí el azar jugaba una pasada favorable y tenía la virtud de desplazar el tema de los hechos del campo de la ética al campo de la ley: “si no me descubren no seré culpable”. Aquí - ¿W. Allen arrepentido – la ley no descubre nada, sino que es la conciencia moral la que intenta llegar con datos a la ley: entregarse a la policía es visto como una forma de expiación.

Obvio que “El Jugador” y “Crimen y Castigo” de Dostoiewski es lo que se respira en el fondo de una historia que tiene desarrollo y final inesperado.

miércoles, julio 09, 2008

321. DE PRONTO, MI PADRE

No sé por qué hoy. Pero apareció hoy en mi. Y reconocí una enseñanza de mi padre que - a su modo - me ha ayudado a hacerme quien soy. Siempre digo que, cuando sufro algún contratiempo, un fracaso, una derrota, un revés, una respuesta o una decisión que no me agrada, soy como el boxeador a quien le han pegado un golpe justo, se ha tambaleado, ha comenzado a caer, pero quiere seguir luchando. Sé que esperaré en el suelo, arrodillado la cuenta reglamentaria, pero con la conciencia dispuesta a seguir la pelea, a continuar la lucha. No me dejo vencer. Nunca.
Hay un hecho lejano que - ¿por azar? - apareció hoy. El 6 de enero de 1975 mientras viajábamos en auto por la autopista Rosario - Santa Fe en un Renault 6 verde, una maniobra desafortunada de un conductor que cruzó su auto y su casa rodante en la mitad de la ruta, produjo un choque de graves consecuencias. Creo que fue la única vez que tuve un choque. Aun recuerdo el lugar: frente a la isla de servicios del automóvil club y del YPF. Yo manejaba y no sufrí golpe alguno, pero quienes me acompañaban sufrieron diversas heridas y golpes con consecuencias diversas. Cuando debimos organizar el duro regreso a casa, convirtiendo las minivacaciones en una condena, llamé a mi padre que llegó muy rápidamente al lugar y que me ayudó a resolver todo lo que se podía resolver. Sobre todo, se tomó todo el tiempo para traernos a los pasajeros y el equipaje nuevamente a casa, a pesar de que estábamos muy lejos, mientras los diversos servicios nos traían el auto seriamente averiado.
Ya por la noche, optamos por retornar juntos a la ciudad y a la casa que nos esperaba. Yo seguía conmocionado por lo sucedido; sobre todo me sentía responsable de los eventuales daños causados. Y allí apareció mi padre. Con pocas palabras y mínimos comentarios: cuando pasamos la ciudad de Rosario y tomamos la autopista me dijo: "Tomá, seguí manejando vos. Es la única forma en que no vas a recordar lo que pasó".
Ahora a la distancia, me había dado esa lección que yo trasladé a todos los campos: hay que reaccionar, sobreponerse, volver. Es la única manera de vivir y de vencer.
Mi padre murió en el 83 y no pudo compartir muchos buenos momentos de mi vida, especialmente aquellos en los que - sobrepuesto a alguna contrariedad - lograba conquistar lo que ansiaba. Y me hubiera gustado decirle que él era también responsable de todos esos logros. Pero, a veces, en la vida, hay cosas que llegan demasiado tarde. Y no es posible.

320. LA FUERZA DEL AMOR + GORZ




El 22 de septiembre del 2007 Dorine y André se inyectaron una sustancia letal y partieron juntos. La muerte del filósofo ha conmovido a los franceses, que hoy saben cuánto André quería a Doreen, a pesar de la marcha inevitable y pesada del tiempo y la enfermedad. "Pronto tendrás 82. Te has encogido seis centímetros y sólo pesas 45 kilos, y sigues siendo hermosa, con gracia, deseable", confiesa en una carta. (…) "Hemos vivido juntos durante 58 años y te amo más que antes. Llevo en mí, en el pecho, un vacío que devora, que solo puede llenarse con la tibieza de tu cuerpo junto al mío", recita.
André Gorz no quiere quedarse atrás, no soporta la posibilidad punzante de vivir sin su compañera de toda una vida. “A veces, en la noche, veo la silueta de un hombre caminando detrás de una carroza a lo largo de un camino desierto y un paisaje desierto. Yo soy ese hombre. No quiero asistir a tu cremación, no quiero recibir tus cenizas en un recipiente", se duele el anciano enamorado.
Lettre a D. Historie d' un Amour (Cartas a D. Historia de un Amor) reúne esa lista de confesiones tiernas y elocuentes. Gorz las publicó poco después de enterarse de que Dorine estaba enferma, pero recién hoy se ha convertido en un bestseller, que supera sus análisis del fin de proletariado o sus estudios de las relaciones laborales.
A los 83 años, el otoño pasado, esa carta de amor comenzaba con una confesión muy bella: “Acabas de cumplir 82 años. Sigues siendo tan bella, graciosa y deseable como cuando te conocí. Hace cincuenta años que vivimos juntos; y te amo más que nunca. Hace días te dije que había vuelto a enamorarme de ti. Y tu vida desbordante me hace feliz, abrazando tu cuerpo contra el mío”. Seguían ochenta y tantas páginas de amor y esperanza, teñidas de melancolía, ante la contemplación de dos niños, dos jóvenes, un hombre y una mujer que siempre habían vivido condenados al destierro. Ella era una inglesa que hizo su vida en París. Él era un judío austriaco que consagró su vida a soñar un mundo nuevo que solo terminó encontrando en el cuerpo de la mujer que amó, Dorine. A lo largo de su Carta a D., André Gorz pasa revista a su vida en común. Y advierte que fueron una pareja de solitarios, apátridas, sin tierra, sin familia. Y en esa tierra de nadie del amor fiel, André y Dorine terminan por encontrar la patria inmaterial de un amor que va más allá de la muerte. André y Dorine discuten, cuenta él, la posibilidad de suicidarse. Están solos. Y la muerte, escribía André Gorz, sería para ellos una nueva tierra prometida, donde continuarían amándose.
Es una larga carta en la cual el filósofo francés comienza cuestionándose las razones por las cuales su esposa estuvo tan poco presente en su obra siendo que era la persona más importante de su vida y sin quien su obra probablemente no habría tenido el impacto que tuvo por todo lo que ella lo apoyó y ayudó.


"Necesito reconstruir la historia de nuestro amor para captar todo su sentido. Gracias a ella, somos lo que somos, uno por el otro y uno para el otro. Te escribo para comprender lo que he vivido, lo que hemos vivido juntos."


"Eras el complemento de la irrealización de lo real, incluido yo mismo, algo en lo que me empleaba desde siete un ocho años atrás mediante la actividad de escribir. Para mi eras la portadora de la puesta entre paréntesis del mundo amenazante donde yo era un refugiado de ilegítima existencia, cuyo porvenir nunca se prolongaba más allá de tres meses."

martes, julio 08, 2008

319. AMOR Y EPISTEMOLOGIA

(1) A veces el amor tiene rasgos popperianos: no es el resultado de un inductivismo positivista que acumula datos y propuestas, sino que asoma como una hipótesis levemente intuida en unos ojos interrogantes y construye a partir de ella los elementos necesarios para convertirse en una deducción necesarias. Y ese amor hipotético-deductivo se transforma en una realidad que lo será mas en la medida en que esté siempre abierta a la posibilidad de la falsación. Este amor popperiano no es el que se cierra en una fidelidad acritica y ciega, sino que está siempre expuesto a la posibilidad de ser refutado, corrido, sustituido. Si - a pesar de todos los embates - sobrevive, será el amor verdadero, el amor eterno. Si, por el contrario, cede hasta la falsación se trata de un amor pequeño, de un camino de búsqueda hacia el amor definitivo.
(2) Otras el amor tiene rasgos kuhnianos: la paciencia, los trabajos y los días van construyendo un amor normal, el paradigma vigente que reina seguro en el reino de las pasiones, las relaciones, los deseos. Todo está hecho para que dure para siempre. Pero, en los suburbios de nuestras vidas, en cada una de las vidas de la pareja asoman pequeños disrtubios, indicios de revoluciones. Crecen muy lentamente y son combatidos por el amor reinante. Pero hay un momento en que el malestar se transforma en reclamo, las dudas se convierten en ataque... y el reinante paradigma debe dejar su lugar al nuevo. La sustitución de los amores no es más que una analogía de la necesaria sustitución de los paradigmas, deseosos de encontrar una forma de crecimiento.
(3) Y tambien el amor puede volverse lakatosiano: y entonces, el amor se refugia en un núcleo esencial e intangible que es y será el amor definitivo. Es el amor eje, referencia, eternidad que nos unirá por siempre. Puede no ser el primero, pero seguramente será el único. No puede como núcleo ser motivo de ataque alguno... pero necesita rodearse de hipótesis satélites que como si constituyeran un cinturón protector operan de escudo: son los amores fugaces que vien y van, que conviven con el núcleo, que negocian con él ya que nunca pretenden sustituirlo y se sienten seguros en su función subsidiaria y servicial. Difícilmemnte se producen conflictos entre estos amores porque cada uno sabe el lugar que ocupa cada uno en el sistema.
(4) Y puede emerger un amor al estilo de la epistemologia anárquica de Feyerabend: se trata de dudar de los privilegios, los centros, las seguridades y pensar que el amor nunca es uno, sino que siempre es dolorosamente y gozosamente múltiple: son todos conmensurables, y es imposible decidir cuál de ellos es el que en definitiva no identifica o nos atará por siempre.
(5) Y tambien el amor puede ser complejo, incierto, borroso, aproximativo, transversal... de eso se trata en suma de encontrarle el nombre, la forma, el lugar, el centro, el destino.

martes, julio 01, 2008

318. SUFRIENDO PERO AL FIN LIBRES


Fue una larga espera, de 20 partidos, de sufrimientos exagerados, de desiluciones, de aceptarlo todo... pero ese viaje a Avellaneda, la multitud que rondaba por las calles, la que teñía de celeste y blanco el estadio bajo el sol del invierno, la camaradería que provoca un transitorio encuentro y que luego se diluye para siempre, apenas se abren las puertas de salida y todos salimos disparados para nuestros lugares habituales.

Hay mucho de irracional en todo esto, pero al mismo tiempo, de necesaria carga irracional, porque no hay motivos verdaderos para asignarle la importancia que en los hechos uno le asigna.

Estábamos muertos, parecíamos muertos, pero hemos resucitado después de los tres partidos de horror (Colón, Belgrano, Belgrano)... y eso nos transforma en inmortales. Al menor por un tiempo. O para siempre.

Y fue un placer compartirlo con Jorge y con Carlos, como en otros momentos (con la gauchada de Héctor que nos consiguió la entrada necesaria).

317. DIAS DE GLORIA


Origen: Argelia, Francia, Marruecos, Bélgica – Duración: 128 minutos – Año: 2006 - Director: Rachid Bouchareb. Guión: Olivier Lorelle. Jamel Debbouze: Saïd. Samy Naceri:Yassir. Roschdy Zem: Messaoud. Sami Bouajila: Abdelkader. Bernard Blancan:Martinez. Mathieu Simonet: Leroux. Benoît Giros: Capitán Durieux. Mélanie Laurent: Chica del pueblo en Les Vosgues Antoine Chappey: El Corone. Assaad Bouab: Larbi.


La historia de los soldados nativos de las colonias francesas africanas que salen de las miserables aldeas - en donde son nadie - para sumarse a una gesta nacional a la que son ajenos y que deben padecer la discriminación permanente porque - a pesar del esfuerzo - siguen siendo los "indígenas", los propios del lugar (que no es la Madre Patria) revela todos los sinsentidos de la guerra. el temor, los interrogantes, las miserias, las injusticias, los olvidos van pasando uno a uno a través de la marcha que, sobre el final de la segunda guerra mundial, conduce a los voluntarios a vencer a los alemanes.

Casi no tiene sentido estar allí. No hay motivos seguros y, sin embargo, están imaginando un futuro imposible, aunque la llegada a Alsacia los sorprenda con una muerte gloriosa pero solitaria. Demasiados interrogantes como para entender lo que representó en algún momento ese esfuerzo sobrehumano por entender los relatos y tratar de ser fieles a las consignas.

Hasta ese heroico gesto de Said - en mas pícaro de todos - que ha insultado a su jefe y le ha deseado la muerte, pero que ante la entrada de los alemanes va a buscarlo para morir con él, tiene un sentido ético que lo convierte en épico.

Morir por otros, por la historia y el destino de otros. Casi kantiano. Porque sobran promesas pero desaparecen las realidades. Y sólo un deber propio, interior, autónomo los guía y los mueve...

316. VIERNES

No me digas que es verdad. No me despiertes. Quiero seguir jugando el juego del sueño y la vigilia. Quiero recuperar la duda cartesiana y no saber si estando dormido, creo que estar despierto, o estando despierto supongo que estoy dormido. O las contradicciones de Segismundo que no sabe si está en el palacio o en la prisión. O la irrupción del genio maligno. O la inquietante interpretación de los Espíritus que cambian las realidades de Cervantes en el cruce entre Sancho y Quijote.
No lo sé. No quiero saberlo. Tampoco quiero que tu me digas nada, porque eres parte de mi sueño. Y es bueno saber que es viernes, que la tarde - como el día - está fría y neblinosa, que la casa está vacía, que hay mucho por hacer y que el tiempo se vuelve torbellino entre las manos.
No me digas a qué mundo pertenece esta locura. Si sobrevivo a tanta historia es porque hay algo de inmortal en todo esto.
No sé en qué lugar de mi sueño, de mi memoria, de mi vida ha quedado cierta tarde de junio, cierto viernes de junio, ciertos recónditos lugares, ciertos detalles, ciertos gestos, multitud de acometidas y todas las certezas. No lo sé. Pero por favor, no me llames, no me llamen para despertarme o para decirme que de duerma. Es demasiado pronto, es demasiado tarde.