domingo, septiembre 23, 2007

181. MIRADA

Me detengo en la esquina porque debo esperar a alguien. Suena en la radio una música insufrible y la mañana comienza a madurar. Juego con mi teléfono y paso la mirada hacia los lugares demasiado conocidos. Casi no veo nada, pero los fenómenos - kantiano al fin - ingresan en mis formas a priori: me niego a procesarlos. Nada me interesa. A mi izquierda pasan autos, a mi derecho algunos peatones. Nada.
De pronto mi mirada se detiene en alguien que sale de la farmacia. Me cuesta reconocerno pero finalmente lo identifico. No me interesa mayormente, pero en medio de la nada, alguien. Se acerca al auto, lo abre. De pronto sale alguien mas. No lo conozco que se refugia en el mismo auto: espera que le abran la puerta de la derecha.
¡Que historia, me digo! Allí están, libres, disfrutando del fin de semana. Ha blanqueado tu situación hace un par de año y ha hecho su elección en materia de sexualidad. Dos hombres que comparten la vida. No me lo imagino. No puedo pero los veo disfrutando del sábado.
Sale nuevamente para sacerte el abrigo y ponerse cómodo en el auto pequeño. Se abre la otra puerta y su compañero hace exactamente lo mismo. Imagino un viaje.
Parten. Por un momento son presa de mi mirada. No quiero someterlos a ninguna vigilancia, pero al entrar en el cuadro de mi mirada son para mi, son míos... cuando el auto parte, recuperan la libertad.
Pienso en la felicidad. Tal vez le ha puesto nombre. Y la mañana del sabado sigue. Y finalmente parto tambien yo. ¿Quién o quiénes me habrán hecho su presa por un rato desde algúna ventana, alguna puerta, otro auto? ¿Recupero la libertad?

180.NOS HABIAMOS REIDO TANTO

Ernesto - un amigo que conozco desde hace 30 años y al que re-descubrí hace un par de años - me sugirió aprovechar mi estadía en Paraguay para degustar la hermosura de sus mujeres. No es extraño en él, pero debido a su insistencia presté una mesurada atención al tema porque eran otros los compromiso que me invadían. Sin embargo, hay historias que surgen solas:
En un momento se aparece una tal Liliana, una psicopedagoga paraguaya en muy buen estado – de mediana edad – ojos interesantes y cuerpo al tono. Me preguntó si siendo argentino conocía colegas de Buenos Aires: me habló de un Profesor en Letras, Licenciado en Educación y especiasta en Psicología social que le había hecho la prosa y el verso en no sé que encuentro… Le había propuesto un proyecto común y comprometido una investigación profunda en la que ella ponía la psicopedagogía y él la psicología social. Parece ser que ambos pusieron otra cosa… porque me presentó un muchachito con un parecido asombroso a... a… - no me animo a decirlo – mi maestro y amigo Ernesto. El chico me miraba tiernamente… como diciendo…"¿Usted sabe algo de mi papá? Porque yo soy la investigación… yo soy la tesis que él debe defender en España"... No supe nada mas: me llamaron para la exposición general, me llevó la multitud y en medio de ella desapareció la paraguayita de los ojos lindos…

PIENSO EN LA MIRADA TIERNA DE ESE CHICO… EN MIRADA INSINUANTE DE LA PSICOPEDAGOGA PARAGUAYA… Y EN TODAS LAS “INVESTIGACIONES” REALIZADAS POR ERNESTO… Y SE ME CAEN LAS LAGRIMAS Y LAS PALABRAS.