miércoles, julio 18, 2007

145. JUEGOS SEMANTICOS

escritorio y biunívoco - vidrio y fidelidad - culpa y lingüístico - pensamiento y triángulo armonioso - rapidez y convivencia - unapregunta - colega y descubrirte - discurso y desarmarte - universo del discurso - orgulloso y desarmado - dartevuelta y sorpresa - perfecta y dispuesta - bellacuñada y complicidad - morábito e ivonne - etimología y reloj - departamentoimaginado -cundido/a y hendido/a - hilos y trama - reloca y profesional - clausurado y dejamequeteplique - felicidad y ataraxia.
Solamente en una compleja red de significantes y de significado se le pone nombre a las cosas que vivimos o las que imaginamos, las que recordamos o las que deseamos. Apresadas en los discursos se vuelve eternas o menos frágiles.

144. BOECIO Y LOS AMANTES

Trabajo a BOECIO. Un curioso personaje del siglo VI, cuya vida, suerte y desenlace tiene mucho que ver con los juegos del poder y la fortuna. Me gusta BOECIO (480 - 525) porque es los que se ha tomado su tiempo para elaborar su muerte. De los que han aprovechado la prisión. Como Sócrates, Gramsci, Condorcet. Pero allí están. Despues de varios días, vuelven a estar. Es verdad que he estado ausente y que seguramente la ventana ha exhibido otros encuentros, pero en este juego de "sujeto que construye el objeto", no puedo otorgarle existencia. Si estuvieron no fueron para mí: es decir, no fueron. Pero se los nota felices. Muy felices. Ella ha llegado suelta, como siempre. Ha tocado al portero, aunque previamente se ha anunciado por celular. Y han llegado juntos al piso. Están allí y no dejan de besarse. Curioso, pienso, muy curioso. Boecio vivió también lleno de felicidad y honores. Seguramente amó a los suyos. De hecho se casó con Rusticiana, hija de Símaco, con quien tuvo dos hijos, Símaco y Boecio. No tengo detalles de su vida privada porque lo que nos ha sido legado ha sido éxito en la vida pública. El paso del cielo al infierno, del poder a la nada, de la gloria al abismo, del brillo a la muerte. Se han acercado al escritorio y mientras se besan los cuerpo comienzan su lenguaje. Yo sé que debo terminar con mi trabajo. Y vienen a mí los textos de BOECIO. He seleccionado varios, mezclando las prosas y los versos. Esa aparición de la filosofía reclamada en el momento último para que sirva de consuelo, en lugar de convocar naturalmente a la fe cristiana. ¿Habrá sido cristiano? En el momento definitivo, ¿falló la fe? Se besan, se besan sin usura. Y rién y se abrazan y comienzan con el juego de las caricias. Es bueno el texto sobre la fortuna: lo ha sacado de Cicerón pero se prolongará como producción suya en todo el medioevo y aun en los textos renacentistas, la "rueda de la fortuna" de Boecio seguirá girando en las poesías. Ella ha comenzado a quitarse la ropa, insunuándose. Mueve su cuerpo y sigue besándolo. ¿La rueda de la fortuna girará para ellos? ¿Este es el momento favorable? ¿Les espera alguno que no lo sean¿ ¿Podrán quejarse del dolor o del fracaso si ahora no se quejan de disfrute, del goce, de la felicidad? Han ido hacia el sillón que siempre los recibe: estarán cómodos aunque yo vea poco. Boecio vuelve a mis manos. El tiempo, la eternidad de Dios, la perpetuidad del mundo. Regresan los temas de Agustín... pero hay agregados. Es sutil el trabajo de Boecio: Dios está mas allá del tiempo, fuera del tiempo, es eterno. El mundo puede ser perpetuo, aunque envuelto el tiempo. Nosotros somos solo tiempo: nacimiento y muerte. Para el eterno presente de Dios, nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro (necesarios) están allí a disposición. Los veo moverse sobre el sillón, cómodos, distendidos, disfrutando a pleno, cambiando de posición, hablando varios lenguajes a la vez... Para el Dios de Boecio nuestro nacimiento, el día de hoy, lo que nos espera, la misma muerte aparecen nítidamente y a la vez. Nos ha privado de la libertad: si sabe lo que nos pasará no nos permite elegir. Supo desde siempre de esta pareja, sabe lo que hacen en el día de hoy y sabe lo que les espera: los está viendo. Y juega - como el que juega con los hilos de una representación - a que ellos decidan, cuando todo está decidido. Se han amado y ahora disfrutan muy juntos, conversan, se cuidan, se protegen. Están allí. No son libres: alguien sabe de ellos y sabe lo que ellos no saben, sabe lo que vendrá. O no. Boecio no puede pensar un Dios así, un Dios que nos prive de la libertad. Pre-ciencia no es lo mismo que providencia. Dios lo sabe, pero es el saber de Dios: lo ve, pero no lo determina. Y nosotros nunca sabemos acerca de nuestro futuro. Que la mujer siga eternamente amando a ese hombre. Que ese hombre se rinda ante esa mujer para siempre, que la considere suya, definitiva. Que finalmente decidan con.vivir y que lo soñado sea mucho mejor aun que lo imaginado no es una determinacíón de Dios, sino una construcción de ellos. La libertad recuperada. Dios no interviene: observa y prefiere callar. Aun viendo lo malo que pueda sobrevenir en el mundo, prefiere observar y callar. Dios permite el mal: no lo provoca, ni lo causa. Tampoco lo evita. Boecio llega a su fin. Ello concluyen su encuentro: no los he visto por un rato. Seguramente pasaron al baño... Yo soy un poco en Dios de Berkeley o de Boecio: observo para crearlos... y cuando reaparecen vuelven a la normalidad. Los besos, las caricias. El final. Ya se dispone a morir BOECIO: la fortuna que le regaló todos los bienes, ahora le regala la muerte. Dios que lo ha visto triunfar lo ve ahora morir. Nada puede hacer Dios, nada la fortuna. Ellos se despiden. El último beso es eterno o perpetuo o temporal. Como la muerte de Boecio, como este día de invierno que se alarga gris y sin destino. Todo ha concluido ya. No sé quien soy, ni que será de mi.