sábado, julio 12, 2008

322. SUEÑOS Y CULPA

La película de Woody Allen, “El sueño de Cassandra” es una proyección de sí mismo y de la presencia de la culpa que fluye de manera creciente. Hay un momento en el relato en que todo es posible, porque ante los dos hermanos que comparten tiempos y aventuras (entre ellos el barco recién adquirido: CASANDRA) se abre el futuro y que los riesgos puede encontrar en la propuesta que le realiza el tío, hermano de la madre, es una salida saludable. Como toda tentación, hay un momento de convencimiento, de auto o mutuo convencimiento, de engaño racional y justificatorio de la ciencia. Pero cuando se traspasa una línea, la delgada línea roja de una acción que no puede regresar atrás, ya no hay vuelta atrás.

Hay acciones, en la vida, que permite compensaciones, regresos, vuelta atrás, reconciliaciones, disculpas, heridas que se sanan… pero hay otras que no admiten regresos: lo hecho, hecho está… y no se puede volver atrás (por ejemplo, una violación o un crimen) Casandra es un barco, símbolo de los sueños de dos hermanos, Ian y Terry, quienes tienen diversos motivos para necesitar mucho dinero y aceptan cometer un crimen como forma de “pagar” los regalos y las ayudas del tío. Ian, parece capaz de todo por su ambición; Terry, en cambio, debe resolver sus problemas deudas con el juego. Los dos hermanos, están interpretados de manera excelente por Ewan McGregor (Ian) y Collin Farell (Terry). Aquí se contraponen dos visiones opuestas de una misma persona. Ian, en un principio parece que es más sensato y más comedido que Terry, un ejemplo a seguir.

Pero cuando los hechos se consuman y el dinero aparece, se acallan los interrogantes de la conciencia, Ian quiere mantener lo hecho y ser fiel a lo acordado y Terry se desbarranca bajo la voz y el peso de la culpa. Los diálogos son los propios de las películas de W. Allen, pareciera que él mismo el que se apropia de los personajes y habla a través de ellos. T
erry el chico jugador, desprolijo y malo, es el que más dudas tiene a la hora de matar y el que más se arrepiente después de haberlo hecho. Es decir, aquí se enfrentan dos fuerzas, por un lado, las falsas apariencias y la codicia (Ian) y por otro lado el arrepentimiento y la culpa (Terry).

El tema retoma la culpa después del crimen que se respiraba en “Macht Point”: pero allí el azar jugaba una pasada favorable y tenía la virtud de desplazar el tema de los hechos del campo de la ética al campo de la ley: “si no me descubren no seré culpable”. Aquí - ¿W. Allen arrepentido – la ley no descubre nada, sino que es la conciencia moral la que intenta llegar con datos a la ley: entregarse a la policía es visto como una forma de expiación.

Obvio que “El Jugador” y “Crimen y Castigo” de Dostoiewski es lo que se respira en el fondo de una historia que tiene desarrollo y final inesperado.