martes, julio 08, 2008

319. AMOR Y EPISTEMOLOGIA

(1) A veces el amor tiene rasgos popperianos: no es el resultado de un inductivismo positivista que acumula datos y propuestas, sino que asoma como una hipótesis levemente intuida en unos ojos interrogantes y construye a partir de ella los elementos necesarios para convertirse en una deducción necesarias. Y ese amor hipotético-deductivo se transforma en una realidad que lo será mas en la medida en que esté siempre abierta a la posibilidad de la falsación. Este amor popperiano no es el que se cierra en una fidelidad acritica y ciega, sino que está siempre expuesto a la posibilidad de ser refutado, corrido, sustituido. Si - a pesar de todos los embates - sobrevive, será el amor verdadero, el amor eterno. Si, por el contrario, cede hasta la falsación se trata de un amor pequeño, de un camino de búsqueda hacia el amor definitivo.
(2) Otras el amor tiene rasgos kuhnianos: la paciencia, los trabajos y los días van construyendo un amor normal, el paradigma vigente que reina seguro en el reino de las pasiones, las relaciones, los deseos. Todo está hecho para que dure para siempre. Pero, en los suburbios de nuestras vidas, en cada una de las vidas de la pareja asoman pequeños disrtubios, indicios de revoluciones. Crecen muy lentamente y son combatidos por el amor reinante. Pero hay un momento en que el malestar se transforma en reclamo, las dudas se convierten en ataque... y el reinante paradigma debe dejar su lugar al nuevo. La sustitución de los amores no es más que una analogía de la necesaria sustitución de los paradigmas, deseosos de encontrar una forma de crecimiento.
(3) Y tambien el amor puede volverse lakatosiano: y entonces, el amor se refugia en un núcleo esencial e intangible que es y será el amor definitivo. Es el amor eje, referencia, eternidad que nos unirá por siempre. Puede no ser el primero, pero seguramente será el único. No puede como núcleo ser motivo de ataque alguno... pero necesita rodearse de hipótesis satélites que como si constituyeran un cinturón protector operan de escudo: son los amores fugaces que vien y van, que conviven con el núcleo, que negocian con él ya que nunca pretenden sustituirlo y se sienten seguros en su función subsidiaria y servicial. Difícilmemnte se producen conflictos entre estos amores porque cada uno sabe el lugar que ocupa cada uno en el sistema.
(4) Y puede emerger un amor al estilo de la epistemologia anárquica de Feyerabend: se trata de dudar de los privilegios, los centros, las seguridades y pensar que el amor nunca es uno, sino que siempre es dolorosamente y gozosamente múltiple: son todos conmensurables, y es imposible decidir cuál de ellos es el que en definitiva no identifica o nos atará por siempre.
(5) Y tambien el amor puede ser complejo, incierto, borroso, aproximativo, transversal... de eso se trata en suma de encontrarle el nombre, la forma, el lugar, el centro, el destino.