lunes, diciembre 04, 2006

MAYORIA O MINORIA DE EDAD: NECESARIO RETORNO A KANT

“La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. El mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración.
La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un médico que juzga acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré del propio esfuerzo.


Con sólo poder pagar, no tengo necesidad de pensar: otro tomará mi puesto en tan fastidiosa tarea. Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, fuera de ser penoso, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de tomar sobre sí semejante superintendencia. Después de haber atontado sus reses domesticadas, de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior intento de rehacer semejante experiencia.
(…)
Por tanto, a cada hombre individual le es difícil salir de la minoría de edad, casi convertida en naturaleza suya; inclusive, le ha cobrado afición. Por el momento es realmente incapaz de servirse del propio entendimiento, porque jamás se le deja hacer dicho ensayo. Los grillos que atan a la persistente minoría de edad están dados por reglamentos y fórmulas: instrumentos mecánicos de un uso racional, o mejor de un abuso de sus dotes naturales. Por no estar habituado a los movimientos libres, quien se desprenda de esos grillos quizá diera un inseguro salto por encima de alguna estrechísima zanja. Por eso, sólo son pocos los que, por esfuerzo del propio espíritu, logran salir de la minoría de edad y andar, sin embargo, con seguro paso.

Sin embargo, para esa ilustración sólo se exige libertad y, por cierto, la más inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso público de la propia razón, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier: ¡no razones! El oficial dice: ¡no razones, adiéstrate! El financista: ¡no razones y paga! El pastor: ¡no razones, ten fe! (Un único señor dice en el mundo: ¡razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced!) Por todos lados, pues, encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿cuál de ellas impide la ilustración y cuáles, por el contrario, la fomentan? He aquí mi respuesta: el uso público de la razón siempre debe ser libre, y es el único que puede producir la ilustración de los hombres. El uso privado, en cambio, ha de ser con frecuencia severamente limitado, sin que se obstaculice de un modo particular el progreso de la ilustración.


Mundo gurú: de la edad de la razón a la gurumanía : Ellos nos dicen cómo tenemos que vestirnos, dónde invertir, qué y dónde comer, cómo debemos vivir, pensar, sentir, votar. Los mediáticos gurúes de nuestro tiempo imponen tendencias (Juana Libedinsky / La Nación)
Hay gurúes del management y de la política, del arte, del deporte, de la música, la moda, la arquitectura, la tecnología, cocina, ciencia y salud, entre innumerables categorías. En el mundo sajón, especialmente, la era de los gurúes es todo un fenómeno. Y, como señala Frank Furedi, profesor de sociología de la Universidad de Kent y autor del ensayo fundante sobre los gurúes The Age of Unreason , el mundo sajón va a la cabeza de la tendencia "pero, dado su poder en los medios y el consumo, los centros urbanos del resto del mundo después también la copian". A tal punto llegó la gurumanía que, en países como Estados Unidos y Gran Bretaña, si uno pone en el buscador de la librería virtual Amazon la palabra "gurú", puede encontrar libros de consejos para los cumpleaños firmados por el "gurú del envoltorio de regalos"; para los paseos caninos, por el "gurú de la moda para mascotas", y, recién llegado, para las fiestas, el del "gurú de los moños de hombre tipo Bond en Casino Royale". En la televisión proliferan también los programas que enseñan cómo vestirnos, cómo peinarnos, qué comer, qué no comer, qué auto tener, cómo respirar y con qué soñar a la noche, y que se burlan de quienes lo hacen distinto.