domingo, marzo 15, 2009

378. ELEGY + EL ANIMAL MORIBUNDO + ¿LA ELEGIDA?


Dirección: Isabel Coixet. País: USA. Año: 2008. Duración: 108 min. Género: Drama. Interpretación: Penélope Cruz (Consuela Castillo), Ben Kingsley (David Kepesh), Dennis Hopper (George O'Hearn), Patricia Clarkson (Carolyn), Peter Sarsgaard (Dr. Kenny Kepesh), Deborah Harry (Amy O'Hearn). Guión: Nicholas Meyer; basado en la novela "El animal moribundo" de Philip Roth. Producción: Tom Rosenberg, Gary Lucchesi y Andre Lamal. Fotografía: Jean-Claude Larrieu. Montaje: Amy Duddleston. Diseño de producción: Claude Paré.

Al viejo profesor DAVID descubrir a CONSUELA le resultó en un primer momento parte de un juego conocido. Pero en la vida nada es conocido para siempre y siempre suele haber sorpresas, de esas que lo mueven todo, lo transforman todo. CONSUELA representa para este sabio profesor que deslumbra con su inteligencia desde los medios y domina el discurso de las clases proclamando la teoría de la lectura como una reconstrucción permanente del texto…un antes y un después. Porque CONSUELA se deja conquistar, entra en el juego, pero sabe manejar su vida y sus afectos: impone condiciones, pone límites, deja avanzar pero también avanza. Y eso a DAVID que aborrece el matrimonio y que adora su libertad, lo sobresalta, lo inquieta, lo inhibe.

Sus amores ocasionales (mas de 50 díce) o sus amores acostumbrados con sus rituales asumidos desde hace mas de veinte años (la amiga madura que comparte su lecho de vez en cuando, ajeno a su vida y a sus intereses, pero que también reclama exclusividad), no provoca el terremoto que representa CONSUELA.


A George – el escritor amigo que claramente sabe distinguir entre sexo y amor, entre aventura y matrimonio, entre placer y palabras – también lo desorienta esta joven, 35 años menor que DAVID que ha cambiado sus hábitos y lo ha desestabilizado.

El paso de la edad no lo ha afectado, sus cambios en el cuerpo no han afectado su interior: DAVID sigue mirando la vida desde una edad sin tiempo: el amor, el placer, la belleza, la mujer, el sexo… pero algo descubre en él, en esa mirada que lo mira y se reconoce como alguien que no puede tomar en serio la propuesta de estabilidad o el reconocimiento frente a los otros (la fiesta y la familia cubana de CONSUELA).

La inesperada muerte del amigo, los conflictos con su único hijo, médico prestigioso al que recurrirá en un momento clave, las discusiones con respecto al abandono del hogar, los debates en torno a los diversos tipos de infidelidad son algunos de los temas que recorren la película que genera muchos interrogantes, especialmente cuando aparecen algunas frases que obligan a pensar y a repensar lo que nos pasa con el paso del tiempo, el cambio de nuestras miradas, el agotamiento de nuestro cuerpo, la fragilidad de las enfermedades.

Si los libros nunca son los que los autores escribieron sino lo que los lectores crean en sus lectura y son distintos cada vez que los leemos o accedemos a ellos, los cuerpos, las personalidades, las historias de los de los demás y nuestros propios cuerpos nunca son los mismos, porque se construyen en los demás o los construimos con nuestros ojos y nuestra subjetividad: no hay belleza, sino “ojos que ven belleza”, en cada encuentro o con el paso de los años. Las dos mujeres de la película lo revelan con veinte años o con dos años: a la percepción interior se le suma la percepción exterior… La mujer madura se descubre definitivamente vieja y CONSUELA reconoce lo suyo con la enfermedad que lo cambia todo.

David no quiere asumir compromisos: tal vez porque no puede asumirlos ya… y curiosamente cuando se ha desprendido de sus ataduras afectivas (el hijo con el que discute, el amigo con el que debe hablar y dar explicaciones, Consuela a la que ha defraudado) se refugia en su trabajo, en su producción, en sus libros, en sus clases, en su saber. Y es lógico: el compromiso implica poner en marcha la maquinaria incontrolable de lo afectivo… el trabajo mantiene el orden obsesivo e incontaminado de la razón. Tal vez ese final en el que definitivamente en su vida debe hacerse cargo de alguien, represente el salto hacia la madurez que su posición social de profesor descuenta, pero que su vida ha evitado de manera deliberada. Es verdad que el sexo es una forma de venganza contra la muerte, una forma de morir que de burla de la muerte verdad, pero también es verdad que el paso del tiempo es un testigo insobornable de nuestro devenir, de nuestro pasar.

Isabel Coixet se ha permitido el lujo de dar un final feliz a Elegy, modificando el libro que adapta para su peícula, que tiene un final abierto. La historia es pequeña, pero es tan humana que se transforma en una gran historia. Alguien – en un comentario – mencionaba que la película le generaba “síndrome de Sthendal”: son tantos y tan profundos los temas que nos desbordan. ¡Qué bueno que las vidas, los libros, las películas, los saberes nos provoquen – de vez en cuando – “síndrome de Sthendal”!

Un párrafo final para la fotografía (no el video): porque la fotografía, las imágenes ponen coto al paso del tiempo. Inmovilizan: allí están. La mirada del que mira atraviesa el objetivo y aprisiona en el negativo la imagen. Allí quedará – sin modificaciones – para siempre. Esas mismas fotografías nos exhiben sin pudor y sin piedad todo lo que hemos cambiado o lo que vamos cambiando, cuando las yuxtaponemos o nos comparamos. Tal vez la fotografía sea lo opuesto al texto: es como es, siempre es como es, aunque los habitantes de las imágenes hayan dejado de serlo.
“¿Quienes son las nuevas personas? Son las mismas de antes pero con máscara. No hay en ellas nada nuevo, en absoluto. No son más que gente."

“La belleza está en los ojos de quien mira”(como los libros están en la lectura de quienes acceden a ellos)
“Las mujeres hermosas son invisibles… Nadie puede ver a la persona real… Estamos tan deslumbrados por el exterior que nunca conseguimos llegar al interior”.
“Ahora soy muy vulnerable a la belleza femenina… todo el mundo se encuentra indefenso ante algo, y en mi caso es eso. Veo la belleza y ya no puedo ver nada más”.
“Mi cuerpo se vuelve viejo…. Pero yo por dentro sigo siendo el mismo…¿Cómo es posible que en mi cabeza nada haya cambiado?”
“No me siento joven por jugar con veinteañeros. Notas la diferencia cada segundo del partido”.
“Me estoy haciendo vieja. La forma en que me miran los hombres cambia cada día”
“¿Sabes lo más gracioso? Ahora me siento mayor que tú”.



La película proviene de la novela original PHILIPS ROH: EL ANIMAL MORIBUNDO. En el original, David Kepesh es un profesor sesentón de una universidad americana, con cierta notoriedad por presentar un programa cultural en la televisión. Y vive una serie de aventuras con sus alumnas, una vez que han dejado de serlas al final del curso, acusaciones de acoso y censuras institucionales. Aventuras que renueva cada curso académico. David es alguien que bendice la lucha por la libertad sexual de la mujer, la pildora y la desinhibición. Alguien que no cree en el amor pero se maravilla por el sexo. Alguien odiado por su familia, pero probablemente envidiado en secreto.
Roth propone una lectura filosófica sobre todo ello, presentando la narración en primera persona por el propio Kepesh. Y no nos deja indiferentes, podemos odiar o admirar el comportamiento de su personaje, pero no pasa desapercibido en una sociedad que glorifica el sexo como finalidad de la vida humana.
Pero notamos algo en Kepesh, intuimos, entrevemos que en realidad no es plenamente feliz con esa vida, que ha escogido libremente. Y entonces aparece una relación perturbadora con una de sus estudiantes que hace que David se plantee sus principios de libertad y sensualidad. Relación que esta vez pasa de la libertad a obsesión, quizá la última que pueda mantener, pero que desgraciadamente también acaba. Para desgracia de Kepesh. Consuela, la voluptuosa cubana protagonista de esta última aventura, al final del libro reaparece con un latigazo de realidad. Y es cuando Kepesh se desmorona.


Una novela corta (176 páginas), pero de la que se pueden hacer muchas lecturas. Una exaltación de la sexualidad como parte de la naturaleza humana. Un reflejo del alma humana. Un estudio de la soledad a la que se enfrenta el hombre moderno. Una reflexión sobre inmanejable proceso del envejecimiento. David Kepesh ha sido protagonista de tres novelas de Roth, pero llevaba sin aparecer en sus libros desde 1977.