viernes, noviembre 23, 2007

222. MESES DESPUES

Hay fechas aprisionadas en los almanaques. Hay retazos de conversaciones, llamados, encuentros. Las fechas han quedado sobretodo aprisionadas en nosotros. Y el juego imperceptible de los días se prolonga desde un sopresivo y arrollador 20 / 24 de mayo hasta nuestros días. No hay regreso. Nada será igual. En algun lugar o en todos los lugares hemos dejado los rastros. Pero hay un territorio imperceptible, un territorio invisible que sólo emerge en momentos inesperados: allí entre los pliegues interiores se acomodan todas las vivencias. Y en ciertas noches de inesperado insomnio o algunas madrugadas demoradas uno recorrre sigiloso esos paisajes interiores y es bueno encontrar esa presencia que en un momento irrumpió para no dejarme. Y al cruzar mi mirada con la tuya, insunúo una sonrisa y descubro que a ti te sucede lo mismo. ¿A qué lugar nos llevará el laberinto de los días que nos aguardan?

221. SER DOCENTES + SIGLO XXI

La profesión del «profesor» - afirma Steiner - abarca todos los matices imaginables, desde una vida rutinaria y desencantada hasta un elevado sentido de la vocación. ¿Qué es lo que confiere a un hombre o a una mujer el poder para enseñar a otro ser humano? ¿Dónde está la fuente de su autoridad? ¿Cuáles habrán de ser los principales tipos de respuesta de los educados? Estas cuestiones desconcertaron a mas de un pensador a lo largo de la historia aparecen y nos inquietan con toda su crudeza en el clima libertario, dinámico y arrollador de nuestra propia época. Evidentemente, las artes y los actos de enseñanza son dialécticos. El Maestro no sólo enseña sino que también aprende del discípulo y es modificado por esa interrelación en lo que se convierte, idealmente, en un proceso de intercambio. La donación se torna recíproca, como sucede en los laberintos del amor. Cuanto más logro entregar, mas habré de recibir, cuánta mayor sea mi generosidad mayor será mi propio beneficio. El territorio de la producción de las ideas y de los saberes es infinito, no tiene dueños sino comensales sentados a la misma mesa participando del inagotable banquete del conocimiento.
A diferencia de lo sucedido en un pasado no tan distante, la tarea y la función del educador en esas nuestras sociedades líquidas, no es un lugar predefinido, una función asignada, una autoridad concedida, un saber determinado. No se encontrarán con algo estructurado, establecido, seguro. El ejercicio de la labor de educador – en el rol institucional de profesores de algunas de las disciplinas de la especialidad – es una construcción, una conquista, una lucha, la definición permanente de un territorio. No es el pasado, sino el futuro el que nos mueve. Los nuevos sujetos, los adolescentes de nuestros días (y seguramente los que nos esperan) definidos generacionalmente de mil manera, requieren nuestra decidida intervención para construir dialécticamente el sujeto pedagógico del siglo XXI, un sujeto pedagógico que no tiene los rasgos de homogeneidad del pasado, sino que es proteico y multiforme. No será la repetición de ningún modelo antiguo, sino la producción conjunta de nuevos formatos. En el contexto de esa atrevida tarea se desarrollará la labor profesional que les aguarda. Y no sólo a ustedes sino a todos los docentes de los sistemas educativos que – en los últimos tiempos – observan azorados y perplejos como se han ido cayendo las recetas probadas, el valor de la experiencia, los saberes pedagógicos y didácticos consagrados. Hay una nueva civilización por construir y sólo una nueva educación puede convertirse en una de sus ineludibles ejecutoras.