lunes, julio 09, 2007

139. HEROE, PERIPLO Y LA MUJER COMO DIOSA

La última aventura, cuando todas las barreras han sido vencidas se representa comúnmente como un matrimonio místico del alma triunfante del héroe con la Reina Dios, el hombre con la mujer,no con una de ellas, sino con la definitiva. Esta es la crisis del nadir, en el cenit, o en el último extremo de la tierra o de la vidas: es el punto central del cosmos o de la existencia o en la oscuridad de la cámara mas profunda del corazón.

La figura mitológica de la mujer-madre universal imputa al cosmos los atributos femeninos de la primera presencia que es a la vez nutritiva y protectora. La fantasía es en principio espontánea, porque existe una correspondencia obvia y estrecha entre la actitud del niño hacia la madre y la del adulto hacia lo que lo rodea. Pero además es un descubrimiento definitivo de lo femenino, la suma de los secretos, la totalidad de lo revelado, el mensaje definitivo. La mujer que aparece y que irrumpe, que cunde ocupando todos los lugares logra convertir el desasosiego vital en una contagiosa serenidad. Ella marca el territorio y circunda a lo circundante, nutre a los que se alimentan y es la vida de todo lo que vive. Todo el proceso se existencia queda comprendido dentro de su poder, desde el nacimiento, la adolescencia, la madurez y las etapas definitiovas. Es el vientre y es la tumba, reune el bien y el mal, la razón y la locura, y todas las formas disponibles.

Solo los genios capaces de las mas altas realizaciones (pluscuamperfectos) pueden soportar la revelación completa de la sublimidad de la mujer-diosa-mujer. Para los hombres menores (que abundan) ella reduce sus fulgores y se permite aparecer en formas concordantes con esas fuerzas limitadas. La mujer, en el lenguaje gráfico de la mitología, representa la totalidad de lo que puede conocerse. Por eso los conocimientos previos - incluidos otras mujeres y otros hombres, todos los saberes - son propedéuticos... porque todo se necesita para llegar a ella, para ser digna de su irrupción en un momento dado. Podrá aparecer de manera misteriosa: con una mirada, con un mensaje o con un llamado (llamame el lunes a las 10). Y será definitivo, milagroso. El héroe es el que llegar a conocerlo porque toda su vida ha sido preparación para ese encuentro. Y el encuentro no tiene sorpresas: porque todo ha sido preparación para ello. Ella lo atrae, lo guía, lo incita a romper con las trabas, las ataduras, los misterios. Y si el héroe puede emparejar su significado y logra liberarla, los dos, el conocedor y el conocido, serán libertados de toda limitación. Y serán libres para siempre y víctimas gozosas de las ataduras del amor. El héroe que pueda tomarla como es, sin restricciones indebidas, con la seguridad y la bondad que ella requiere, es potencialmente el rey, el dios, el inmortal.

El matrimonio místico con la diosa reina del mundo representa el dominio total de la vida del héroe, porque la mujer es la vida y el héroe es su conocedor y se vuelve su dueño. No importa que ya tenga dueño: el héroe lo será en otra dimensión, suprema, definitiva. La diosa mujer es la tentación suprema que le ofrece refugio y protección, y que amenaza con aislarlo de la realidad, encerrarlo en seno, hacerlo parte de su cuerpo, tentarlo con su belleza, hacerlo naufragar (Nausica) en el territorio de sus deseos... pero si logra incorporarla a su vida, la muer tentación se convierte en fortaleza y el héroe se convierte en una fortaleza, porque en su interior mora la fuerza de una divinidad que tiene como virtud la capacidad de recorrer todos los resquicios de la interioridad del héroe, derribar todas las murallas interiores, abrir todas las puertas, formular todas las preguntas y crear un nuevo mundo, mejor definitivo.

cfr. CAMPBEL, JOSEPH (1972), EL HEROE DE LAS MIL CARAS. F.C.E. (libremente adaptado y curiosamente en las dos bibliotecas)