miércoles, diciembre 20, 2006

JOYEUX NOEL + FELIZ NAVIDAD

La película de Cristian Carion FELIZ NAVIDAD (2005) que reconstruye y recrea experiencias reales de la primera guerra mundial presenta la curiosa navidad de 1914, apenas iniciada la primera guerra moderna en la que participaban franceses, prusianos-alemanes e ingleses (escocia). La presencia de un famoso tenor y su amante, la posibilidad de visitar a los soldados en la frontera, su canto, los instrumentos que desde las otras trincheras se fueron sumando al canto inicial, la posibilidad de salir de la prisión-trinchera y ocupar el espacio común para cantar juntos, rezar, brindar, compartir recuerdos y temores es el eje de película. Pero lo curioso sobreviene a partir de esa experiencia de paz, de la experiencia de encuentro humano: ya nada sería igual: no podían atacarse entre sí y la mutua vigilancia se convirtió en mutua protección. La escena en que se van desplazando de trinchera en trinchera para evitar lo bombardeos transaforma a la confraternización en una anúlación de la guerra: no hay combate posible si el otro se convierte en un humano igual que yo, para poder disparar y matar debo des-conocerlo como humano.
Pero el sistema necesitaba la guerra, había inventado la guerra y estaba dispuesto a sostenerla. Disolvió los batallones de frontera para anular las relaciones, sancionó y castigó a los responsables de la indisciplina rayana en la traición, cuestionó las determinaciones... porque la máquina de matar se mantuvo intacta durante cinco años más y reinstaló - más allá de estas experiencias - la posibilidad y la necesidad de matar.
Hay dos escenas claves en que los relatos legitimadores operan: la primera es una serie de referencias a los discursos educativos de las tres naciones que - en la voz de los chicos, futuros soldados - repiten las consignas que ensalsan la nacionalidad y encuentran sobradas razones para enfrentar y destruir al enemigo. La segunda es la palabra del obispo que - en plena ceremonia religiosa - alienta a los nuevos soldados, a los que deben sustituir a los díscolos: los soldados alemanes deben ser muertos porque no son humanos, porque realizan las peores acciones que justificar la intervención de inglaterra, y Dios es el que pide que los soldados ejerzan ese rol justiciero frente al mal. Escuela y religión se suman al discurso/relato de la patria, porque eran instituciones que se reforzaban mutuamente.
Lo sucedido hubiera podido desaparecer sin testimonio, pero los soldados escribieron numerosas cartas relatando lo que les pasaba... esas cartas sirvieron - en algunos casos - para que, al ser interceptadas, habilitaran la intervención de las autoridades... y en otras para que los diarios dieran cuenta ( y denunciaran) lo que estaba sucediendo en el frente.
Quien ha vivido la experiencia de la humanidad, no puede volver a matar: algunos soldados sobrevivieron a la guerra y años después pudieron encontrarse con sus antiguos "enemigos" para recordar el gesto de amistad o para quedarse definitivamente a vivir en nuevos territorios.

REGRESO

Siempre hay historias de viajes. Porque el viaje en sí mismo constituye un relato y permite que se ensamblen historias y relatos. Habrá sido eso, supongo. Esa sensación de estar allí, juntos, por varias horas, con una cercanía que muy pocas veces regala la vida real, atados al mismo asiento, muy próximos, con la posibilidad de jugar con las palabras y con las miradas... Lo cierto es que el viaje fue desgranando - lentamente - una serie de palabras, ideas, sensaciones, confidencias. Y ese roce que nunca termina de definirse pero que estratégicamente juega con la cercanía... Recuerdo otros viajes, muchos viajes, especialmente aquellos en que la vida puso el tiempo oportuno, y a partir de los mismos la existencia, el amor, las relaciones ya nunca fueron los mismos. El cuidado, los amigos, las historias, los libros, los deseos, las expectativas, los gustos... y el tiempo que fluye y que por momento se expande y por momentos se contae, y vuelve a ser el mismo para ser definitivamente otro.
Despertamos al llegar, resucitamos: no somos los mismos ya, pero algo nos devolverá a la vida de la que partimos... y - si lo decidimos - nos regalará otra oportunidad, alguna propuesta, ciertas palabras claves, mutuas determinaciones.
Pero eso ya no depende de los viajes, sino del incesante juego del azar y de nuestras ganas de aportartle al futuro.