viernes, octubre 13, 2006

003. SUBJETIVIDAD Y CORPORALIDAD

Escuchaba en una charla de un profesional la caracterización de los adolescentes sorprendidos por la presencia de un cuerpo que crece y los desborda frente a un interior y una subjetividad que parece en construcción y por tanto empequeñecida, disminuida. Los adolescentes son subjetividades con cuerpo desbordados, demasiado grandes para poder manejarlos… y pensé que – con el paso irremediable del tiempo – los adultos, en ciertas etapas de nuestra vida, somos subjetividades desbordadas en cuerpo que van perdiendo su presencia y fortaleza: la fortaleza, el vigor, la agudeza visual, el oído, el entendimiento, la rapidez, los movimientos… Se vive una nueva desarticulación entre el exterior que no responde y un interior que ha acumulado las riquezas y las experiencias de toda la vida… Cuando mas necesitamos disponer de todas fuerzas, sabia, la vida nos recuerda la finitud de nuestra existencia: ya no somos lo que éramos aunque nuestro interior se resista a ver en el espejo el paso irremediable del tiempo.
Es curioso ese despertar del sujeto que trata de descubrir su cuerpo y de apropiarse del mismo para poder manejarlo... pero es mucho mas curioso comprobar ese nuevo descubrimiento de un cuerpo que se va retirando, que acusa recibo de su uso, abuso y deterioro... y que le pide a la subjetividad que no lo re-cargue de tareas porque ya no es el de antes.
Si hay un duelo por el cuerpo perdido de la infancia en los adolescentes, hay un nuevo duelo por el cuerpo propio con el paso de la adultez a la tercera edad. Duelos, al fin, anticipatorios del duelo final, definitivo. Y ese morir al cuerpo infantil tiene una necesaria contraparte en ese morir al cuerpo deseado para aceptar el cuerpo real que la edad nos va regalando...¿Cuánto tiempo de equilibrio nos regala la vida? ¿Cuántos años son los que podemos disfrutar de un equilibrado juego de fuerzas?

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