martes, octubre 23, 2007

202. ESCUELA: FIN DE LA FRONTALIDAD / SIMULTANEIDAD

Algo que se ha ido quebrando en la escuela de nuestros días, rompiendo con el modelo de la modernidad: la frontalidad (entendida como la organización espacial de la clase y del método, en el que el frente y el centro de la clase o del aula están ocupados exclusivamente por el maestro), la simultaneidad (como método que permite una educación general de los alumnos que al mismo tiempo reciben del maestro las enseñanzas, ejecutan los diversos trabajos indicados y deben dar cuesta de sus conocimientos; esta simultaneidad puede admitir la presencia de intermediarios como tutotes o monitores, o ceñirse a un discurso único, a un orden central y a la presencia rectora y lejana del maestro, como centro del aula y de las actividades) y la globalidad (el docente dirige a un grupo de alumnos y organiza centralmente la situación de aprendizaje; enfatiza el rol abarcador y central del docente, que enseña todo a todos; el maestro – como el sol, figura central y unificadora – ordena la variedad de alumnos frente a él y expone didácticamente ante la totalidad de los alumnos que escuchan, obedecen y trabajan; se asegura la presencia del educador controlando la totalidad del proceso, pero se niega la posibilidad de un intercambio y contacto entre el maestro y los alumnos.) han comenzado a convertirse en objeto de discusión o, por lo menos, de difícil aplicación a la hora de presentar los conocimientos o generar aprendizajes. Los alumnos que en el pasado inmediato estaban dispuestos a escuchar todos al mismo tiempo a su docentes, seguir sus explicaciones, hacer sus actividades, resolver los ejercicios y hasta participar en la construcción común de los conocimientos y de los saberes, de pronto han cerrado sus oídos, clausurado su atención, suprimido la posibilidad de habilitar a quien preside la clase.
Esto no representa el final de la educación, ni de la escuela, sino de UN estilo de educación y de escuela. Esos mismos alumnos con consignas claras y bien distribuidos y motivas - especialmente a través de mecanismos de evaluación y de acreditación - pueden trabajar, atender, producir, hacer. Pero el docente asume una función múltiple y aunque mantiene el omnes previlegia el singularitim: es el uno a uno, atendiendo a las demandas puntuales, a la reiteración de las consignas, a la multiplicación infinita y cíclica de las respuestas. Tal vez en este cruce de estilos pueda aparecer la tecnología como un lugar para el trabajo, la inter-relación, el singularitim, la puesta en marcha de una modalidad diferente. Y con muchos de los retazos de diversas teorías podamos construir el futuro deseado. Tal vez.

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