El engaño es la base del arte de la guerra.
Si eres capaz, finge incapacidad; si eres activo, pasividad.
Si estás cerca, aparenta estar lejos; si estás lejos, que estás cerca.
Ofrece un señuelo a tu enemigo para hacerle caer en una trampa; finge desorden y sorpréndelo.
Cuando se concentre, prepárate a la lucha; donde sea fuerte, evítale.
Provoca a su general y confúndelo.
Si el general enemigo es necio y fácil de caer en el enojo, hazle enfurecer para que su irritación le ciegue y se lance hacia ti sin pensar.
Finge inferioridad, estimula su arrogancia.
Da al enemigo hombres jóvenes y mujeres para trastornarle, y jade y seda para estimular su ambición.
Ponle en aprietos y acósale.
Fatiga al enemigo cuando esté descansando.
Descubrid los puntos en que el enemigo puede ser sorprendido, efectuad salidas repetidas y alborotad su país. Cuando defienda la derecha, atacad a la izquierda; cuando defienda la izquierda, atacad a la derecha; dejadle sin aliento haciéndole ir sin cesar de un lado para otro ... Si rechazáis esta estrategia y arriesgáis todo a una sola batalla, cuando lo lamentéis, será demasiado tarde.
Divide al enemigo que esté unido.
Separa al soberano de sus ministros; o si no, hazle perder su amistad con sus aliados.
Sembrad entre ellos las sospechas mutuas para que caigan en el malentendido. Entonces podréis conspirar contra ellos.
Atácale donde no esté preparado; construye una salida por donde no se lo espere.
(Sun Tzu: El arte de la Guerra)
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