lunes, mayo 05, 2008

300. QUEJA

No es justo. Ni el tono, ni el modo de acceder, ni el fondo de la cuestión. Yo no soy responsable de la imagen que puedan tener de mi. Yo no soy responsable de los accesos bastardos a la información. Yo no debo rendir cuenta de lo que hago ante terceros. Aunque muchas cosas se relacionan, sin embargo, aquí, precisamente aquí, era necesario distinguir. Pero no lo hicieron. Y cortaron. Tuve infinita paciencia con sus errores. Los seguiré teniendo. Fui el sostén, el andamio de sus flaquezas que involucraban cuestiones convenidas. Y seguiré como andamio, aunque el edificio ya se sostenga. Solo le pedía que respetaran mi silencio, mi intimidad. Que no se asomaran, que no se metieran. Y que - luego - cuando en secreto observaron por el ojo de la cerradura no me echaran en cara lo que les podía generar contradicciones. Lo podíamos haber hablado. Pero no se podía encontrar en ese hecho la madre de todos los males. No lo es.
El tiempo es tirano, es feroz, y seguramente los someterá a alguna prueba. Y yo - que en estos días era un boxeador que escuchaba la cuenta para respirar, correrme la sangre, reponerme - ya estoy dando vuelva en el ring, en posición de pelea. Así es mi vida.

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