lunes, junio 09, 2008

313. VERDADES INCÓMODAS + ORACULO / 2

Hay otra historia acerca de Apolo y sus oráculos y como mínimo igual de famosa y relevante, es la de Casandra, princesa de Troya. La más inteligente y bella de las hijas del rey Príamo. Apolo siempre merodeando en busca de seres humanos atractivos, se enamoró de ella. Curiosamente Casandra resistió el asedio del dios, y este decidió comprarla. Pero ¿qué darle? a una princesa rica, hermosa y feliz. Aún así, Apolo tenía para ofrecerle, y le prometió el don de la profecía. Oferta irresistible sin dudas; y ella accedió. Apolo hizo cuanto deben hacer los dioses para convertir a simples mortales en videntes, oráculos y profetas, pero luego, escandalósamente, Casandra se hecho atrás y rechazó el cortejo del dios. Apolo se enfureció, pero no podÍa retirarle el don otorgado -era un dios, al fin y al cabo, los dioses mantienen sus promesas. Sin embargo la condenó a un destino cruel e ingenioso: el de que nadie creyese en sus profecías. Así, según la tragedia Agamenón, de Esquilo, Casandra profetizó a los suyos (1) la caída de Troya, nadie le prestó atención; (2) La muerte del caudillo de los invasores griegos, Agamenon, nadie le hizo caso: (3)anuncia su propia muerte, con el mismo resultado. No querían escucharla y se burlaban de ella. Tanto griegos como romanos la llamaron "la dama de las infinitas calamidades".
En nuestro tiempo reconocerse esa misma resistencia a las profecías horrendas que experimentó Casandra en su época, y con su pueblo y sus vecinos. Cuando nos enfrentamos con una predicción ominosa que alude a fuerzas inmensas sobre las que no es fácil ejercer influencia alguna, mostramos una tendencia natural a rechazarla o no tomarla en consideración. Mitigar o soslayar el peligro podría requerir tiempo, esfuerzos, dinero, valentía; quizás incluso alterar las prioridades de nuestra vida, Además, no todas las predicciones de desastres se cumplen (ni siquiera las formuladas por científicos). Así cuando nos enfrentamos a profecías nuevas e incómodas la reacción es decir: "improbable; catastrofista; jamás hemos experimentado nada remotamente parecido; tratan de asustar todo el tiempo a todo el mundo; es malo para la moral pública." Más aún, si los factores que precipitan la catástrofe anunciada están actuando desde hace mucho tiempo, entonces la propia predicción constituye un reproche indirecto y tácito. ¿Por qué nosotros, ciudadanos corrientes, hemos permitido que se legase a esta situación de peligro? ¿No deberíamos habernos informado antes? ¿Acaso no somos cómplices al no haber tomado medidas para asegurar que los dirigentes políticos eliminasen la amenaza?

Existen medios para que los políticos decidan y hallen una vía intermedia y segura entre la acción precipitada y la impasibilidad. Se requiere, empero, una cierta disciplina emocional y, sobre todo, una ciudadanía consciente e instruida, capaz de juzgar por si misma hasta qué punto son amenazadores los peligros anunciados.

Idea original en Carl Sagan. "Miles de Millones. Reflexiones sobre la vida en el universo". B S.A. 2001. Madrid.

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