martes, julio 01, 2008

316. VIERNES

No me digas que es verdad. No me despiertes. Quiero seguir jugando el juego del sueño y la vigilia. Quiero recuperar la duda cartesiana y no saber si estando dormido, creo que estar despierto, o estando despierto supongo que estoy dormido. O las contradicciones de Segismundo que no sabe si está en el palacio o en la prisión. O la irrupción del genio maligno. O la inquietante interpretación de los Espíritus que cambian las realidades de Cervantes en el cruce entre Sancho y Quijote.
No lo sé. No quiero saberlo. Tampoco quiero que tu me digas nada, porque eres parte de mi sueño. Y es bueno saber que es viernes, que la tarde - como el día - está fría y neblinosa, que la casa está vacía, que hay mucho por hacer y que el tiempo se vuelve torbellino entre las manos.
No me digas a qué mundo pertenece esta locura. Si sobrevivo a tanta historia es porque hay algo de inmortal en todo esto.
No sé en qué lugar de mi sueño, de mi memoria, de mi vida ha quedado cierta tarde de junio, cierto viernes de junio, ciertos recónditos lugares, ciertos detalles, ciertos gestos, multitud de acometidas y todas las certezas. No lo sé. Pero por favor, no me llames, no me llamen para despertarme o para decirme que de duerma. Es demasiado pronto, es demasiado tarde.

No hay comentarios.: