jueves, enero 01, 2009

353. REGRESOS


Primer día del año. Ha llegado el 2009. Llueve. En realidad ha llovido todo el día, pero la llovizna es una fiel compañera para estos días en que hay que recuperar fuerzas y bienestar físico. Charlamos con un amigo de toda la vida, mientras el auto circula por los lugares conocidos y se escuchan las incansables canciones de Pasión Vega. Recordamos los viejos tiempos. No hay nostalgia de la edad, sino algunos recuerdos que memoran algunas personas que hace mucho tiempo hemos pedido. Yo defiendo la posibilidad necesaria de los re-encuentros; digo que por este país ha pasado una aplanadora que - entre muchas cosas - hizo desaparecer los vínculos, primero sobre la base de la sospecha, luego por el juego de relaciones funcionales y pragmáticas de la postmododernidad y finalmente por los problemas de inseguridad que nos encierran en nuestras viviendas y en nuestras vida. Ray coincide en parte, pero sobre todo afirma que lo vivido, vivido está, que tal vez los que nosotros deseamos re-encontrar no quieren re-encontarse con nosotros, que es posible que haya olvido, silencios, arrepentimientos, lejanías, des-conocimientos... y que es preferible quedarnos solamente con el recuerdo. Jugamos a imaginar reencuentros, cada uno a su manera... y sospechamos que a la ceremonia de los abrazos, no le siguen las palabras, que es imposible contar tanta vida, que es imprudente, poco pudoroso, innecesario.

No discutimos, las palabras fluyen sin pasión, naturalmente. Y yo pido una tarde, solamente una tarde para operar la síntesis mágica, milagrosa, definitiva, dialéctica en que me reencuentre con los amigos de entonces (en el momento mas feliz) y lo que somos hoy; pido que haya un momento para encontrar, un momento que esté entre la vida que vivimos y la muerte que nos acecha, que haya una posibilidad de revancha, un regreso. Que vuelva algo de Vignaud, algo de Manucho, ciertos paseos junto al mar o jornadas de estudio en Viedma, los amigos perdidos de ciertos barrios, mi primera experiencia en la ciudad que habito en el mítico 72 - 73, el colegio La Salle de Paraná (Pedro, Esther, los Rodríguez, Stang, los hermanos, algunos alumnos), los amigos y conocidos que he frecuentado en este lugar, la experiencia de Junín, los compañeros del Doctorado... sólo pido un regreso, una tarde, unas horas, algo. Que no se pierda definitivamente todo en el olvido.

Sé que es imposible, que muchos de ellos se morirán sin que yo lo sepa. Y que yo mismo moriré en algún momento sin que muchos de ellos se enteren.

La vida tiene mucho de orfandad, de retornos imposible, de lejanía. Y cuando abrazo al amigo que comparte este primer día, regresan todos estos fantasmas. Pero las palabras, la lluvia, el primer día del año, la amistad ayudan a curarnos.

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