domingo, mayo 06, 2007

082. EL GRAN TRUCO... DE LA CIENCIA

La película EL GRAN TRUCO es en sí misma una historia atrayente, ya que enfrenta no sólo las habilidades de dos magos sino el juego de traciones y de recursos con el que se enfrentan los seres humanos en todas las profesiones. Mas allá de la narración que tiene logros interesantes en la puesta en escena de los momentos claves, en el desconcierto que provoca tanto al revelar el secreto de los trucos como al sosprendernos con algo inesperado (aunque sugerido), y en ese juego de paralelismos o simetrías con que se tejen las historias de ambos magos, enfrentados en la vida y en la profesión. Pero el mayor logro de la película es esa referencia permanente al poder de las ciencias físicas al finalizar el siglo XIX. Aunque la historia se desarrolla en Inglaterra, refleja el clima intelectual de toda Europa y se traslada hasta los EE.UU. La ciencia moderna había dado sus pasos fundamentales y sobre todo estaba asociada íntimamente con la Tecnología que explotaba en transformaciones de lo real. El gran truco del siglo no eran los magos sino la ciencia en manos de los científicos o los adelantos tecnológicos e inventos en manos de los hombres de ciencia. Para los magos, los trucos tenían una base mecánica y de creación de recursos que le permitieran armar los engaños (no es extraño que detrás de cada mago hubiera un asistente que se asemejaba a un ingeniero o que el taller de ensayo y de trabajo tuviera similitudes con los laboratorios de la ciencia). Pero los magos que llenaban las salas no hacían mas que popularizar los conocimientos y avances de las ciencias, y anticipar - como por arte de magia - lo que se transformaría en lo normal en la vida cotidiana. El afán por encontrar mejores resultados lleva a hermanarlos. En este caso con NIKOLAS TESLA a quien uno de los protagonistas se acerca para que le entregue el secreto de sus avances en electricidad a cambio del apoyo económico en las investigaciones.
Esa magia no representa ya un atractivo que les permita competir con otras formas de espectáculos, entre otras cosas porque los hombres de ciencia y las nuevas tecnologías nos fueron acostumbrando a los milagros cotidianos que transforman lo real. Y la magia por lo tanto debe renunciar a los grandes secretos y espectáculos para retornar a las primeras manifestaciones sostenidas por la rapidez de las manos o el juego de engaño de las palabras y los gestos.

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