No se puede vivir sin sueños. Pero de los sueños propios, porque es difícil vivir de los sueños ajenos, seguir los sueños ajenos. A los propios sueños, uno los puede domesticar, en cambio a los sueños de los otros hay que aceptarlos y obedecerlos. No es extraño por tanto que los seguidores de Alejandro Magno hayan declarado al verlo prematuramente muerto: “Nosotros los matamos. No podíamos seguirlo. Nunca creímos en los sueños, pero los sueños imponen una fuerza irresistible. Los soñadores nos agotan. Por eso los soñadores deben morir antes de matarnos con sus malditos sueños”.
miércoles, junio 13, 2007
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