jueves, julio 26, 2007

150. DISTINTA POBREZA

Los pobres de la zona rica y central de la Argentina son pobre pero quieren ser ricos. Los pobres del norte son pobres y no imaginan otra situación. Recorro el largo camino que medido el tiempo y no en espacio separa a la bella Cafayate de la hermosa Cachi, en Salta. La belleza nos asalta por doquier y se asocia al paisaje envuelto en tierra y desierto. El camino se asocia a la pobreza del paisaje: las casas solitarias se diseminan en torno al camino. Allí están, sentados junto a la puerta de la casa, sin hacer nada contemplando la nada. Apenas si saludan. Hablo con algunos. Me confiesan que nada los puede sacar de ese lugar y que están condenados a sobrevivir por generaciones sin mayor destino. Es curioso: el lugar se convertirá tarde o temprano en una fuente inagotable de riqueza turística. Las iglesias y las viejas casas exhiben una cultura que se proyecta en los siglos de la colonización. Junto a la ruta de las viejas Iglesias (con sus santos, sus altares, su madera de cardón, sus pinturas primitivas) emerge la ruta de las bodegas. Los vinos salteños brotan de ese clima seco y pleno de sol. Pero no: no hay futuro para ellos. Son pobres y piensan que nada los puede remidir o transformar. Hay una profesía autocumplida que necesita otras presencias. Y otra historia.

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