domingo, abril 27, 2008

294. PABLO + 25 AÑOS DESPUES

Hay gente que desaparece de nuestras vidas. Algunos para siempre; otros por muchísimos años. No es que se hayan muerto; viven sus vivas, ejercen su existencia, pero no son para nosotros, no nos incluyen, por razones varias, en el circuito de las relaciones, de los encuentros. Sucede con los alumnos que tuvimos, los amigos que se fueron, los amores que prescribieron, los compañeros con los que ya no trabajamos. Y ha sucedido especialmente en las épocas mas duras de nuestra historia. Re-encontrarlos, es resucitarlos, volverlos a la vida, saber que son, que aun mantienen su vida. Es cruel, pero debe ser un precio de la vida misma, de la finitud en la que nos debatimos: no sabemos si viven, cómo viven, de su momentos de dolor o felicidad... y probablemente nunca sepamos que se han muerto. Y ellos tampoco sabrán de nuestra muerte.
A Pablo me lo anunció Mariela en un correo laboral. Sólo mencionó que quería mis teléfonos, que estaba en la ciudad por un tiempo y que quería que nos encontremos. Desaparecieron tanto Pablo como Mariela, y supuse que había partido. ¿Cuánto hacía que no lo veía? No podía precisar: estimo que unos 25 años. Había una razón: Pablo es un voluntario que trabaja desde hace 20 años en el programa "Médicos sin fronteras". Es imposible saber de él. Periódicamente comprobamos que sigue en la lucha y que combina su compromisos con algunos descansos entre amigos. Finalmente nos encontramos en estos días. Esperó - junto con un compañero y amigo - frente a mi oficina... y me costó reconocerlo cuando finalmente ingresó: allí estaba. El antiguo alumno (de hace demasiados años) asomaba en el rostro de un ADULTO que lo había visto todo. No me detuve en los pormenores de sus misiones, en el dolor de su tarea, en los riesgos, de los momentos de temor y desconfianza. Algunos detalles los conocía por otros medios: y otros fueron emergiendo circunstancialmente en la charla.
Me interesaba el Pablo que hacía emerger de su interioridad el pensamiento, las palabras, las verdades. El Pablo que relativizaba su heroicidad y magnificaba nuestra tarea en el día a día de nuestro trabajo. Bastaba escucharlo y esperar que sacara algunas de sus conclusiones: (1) "Sobran motivos para sospecha que Dios no existe o está muy guardado cuando uno observa los desastres que padece la humanidad de nuestros días". (2) "El ideal es no desear. El que desea no puede desprenderse del deseo: deseo hecho realidad que obliga a ocuparse de lo conquistado; deseo de lo que no se posee que nos hace sufrir con la ausencia". (3) "Tengo poco, no tengo nada: una valija que preparo antes de partir a una misión, sabiendo que es limitado lo que puedo llevar y que es poco lo que voy a necesitar. Esa misma valija será la medida de lo que deberé reunir al despedirme del lugar". (4) "Hay lugares mágicos en los que uno puede sentirse joven, revitalizado: pero para eso, no hay que tener nada, hay que estar absolutamente despojado". (5) "Yo vivo una contradicción con el paso del tiempo: el programa arma los equipos de trabajo y luego los desarma; cuando partimos sabemos que no nos vamos a ver nunca mas. Para mí los compañeros de todas las misiones son siempre jóvenes, porque no los he visto crecer, volver adultos o viejos, desaparecer. Cuando regreso a mi ciudad el tiempo es real: la pasado sobre los cuerpos, los rostros, las personas. Y algunos han muerto. Es extraño: en mi trabajo me parece que soy inmortal; en mi ciudad, con los míos, demasiado mortal". (7) "Es verdad que es importante lo que hacemos...pero nosotros llegamos a los lugares de conflicto, de muertes, de exterminios, sabiendo que de alguna manera podremos salir. Allí, en esos lugares, quedarán para siempre los demás, los que no se puede ir porque es su tierra, su gente. Cuando el avión despega y puedo observar el caserío, la ciudad en la que estuve, sé que hay una condena para todos ellos".
Prometimos volvernos a ver. La excusa son un par de libros que quiero que lea y que se lleve para dejarlo en alguna extraña geografía. Es muy bueno que esté en algún lugar. Y que nos hayamos encontrado. Lo valioso de un hombre no es sólo lo poco o mucho que hace, sino todo lo que atesora subjetivamente a lo largo de su vida. Hay quienes viven y mueren sin nasa en su interior; hay otros que lo han vivido todo.

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