martes, enero 06, 2009

359. NADIE SABE ADONDE VA LA NOCHE

Aunque hay una introducción que se atribuye el prólogo al escrito de Ricardo Rojas, el periplo del profesor de literatura inglesa y norteamericana, por ATOPIA (¿Rosario?) comienza luego:
INICIO : "Mi madre había sido una persona tan alegre que cuando vi desaparecer su féretro en el correspondiente nicho - como un cajón cuyos contenidos se retiraran de la vida hasta ser nuevamente convocados - no imaginé que mi padre podría haberla empujado hasta ahí. Y sin embargo, ahora que había visto abrir nerviosamente los cajones de la cristalera, encaprichado en hallar cierto mantel en particular con la tozudez que yo sólo recuerdo haber tenido de niño, sentí alivio: su mente ya no tenía poder sobre la mía". (13)
FINAL: "- ¿La gente cambia de nombre cuando muere?. - No. Miriam es María en hebreo: María no ascendió viva a los cielos. - ¿Está en el cielo y acá?. - Está en todas partes, porque es la Madre de Dios. - ¿Está en los bares? - Está en todas partes. Está en todas, todas partes. - ¿De día y de noche? ¿de nochje también? - Siempre - me respondió [mi madre] - Y para siempre" (96)
Es verdad que el periplo de Ricardo Rojas – también conocido por su seudónimo Dick Redds - por la noche y el territorio de Atopia se asemeja a los periplos de los héroes, al ULYSES de Joyce (que tengo muy leído y marcado en todas sus páginas, desde mi formación en la universidad), a Adan Buenosayres (que se asoma en el cuarto estante de mi biblioteca)... pero creo que tiene mucho de búsqueda de la mujer, la diosa, el origen primordial, la matriz, el origen del mundo. En todas las mujeres, una mujer, la mujer: en todos los cuerpo, el cuerpo iniciático y definitivo, mezcla de madre y mujer, de protección y deseo, de dadora de vida y procreadora de todos los deseos.
No es extraño que circule por un territorio postmoderno, propio de una noche de viernes y de una sociedad de nuestros días: sobreabundan los vicios de una sociedad farandulera en la que proliferan adolescentes frívolas, ex alumnos caídos en desgracia, taxistas que parecen estrellas de rock, prostitutas, camaradas de la noche y toda una galería de fenómenos. "Podría haber sido el fin del mundo y no me hubiera importado gran cosa, a esa altura, tal era mi satisfacción".(90)
Ese personaje masculino en decadencia, ese intelectual que no puede ejercer su rol a esas horas necesita de esa mujer para cerrar su viaje, para regresar a su Itaca, para reencontrarse con su isla. Los remeros y navegantes del pasado son ahora los taxistas que pueden llevar - dormido como llevan los Feacios a Ulises - a Rojas hasta su destino definitivo.
En el capítulo 11, hay una descripción de los cuerpos femeninos "fabricados" por la gimnasia, las dietas, las cirugías, los aparatos, las ortopedias de nuestro tiempo (Christian Ferrrer) que repiten clones femeninos en todas las que concurren a determinados lugares: " El lugar se veía bastante animado, aunque lo poblaban la clase de hombres que yo detesto. (...) Me senté a la barra, pedí un whisky importado y me dediqué a observar a las mujeres. Parecía como si alguna siniestra dictadura del futuro las hubiera fabricado una por una, amasándola en carne picada, y luego las hubiera forrado en piel. Si uno se ponía a calcular la cantidad de horas de gimnasio, quirófano, cama solar y peluquería que llevaban echadas encima aquellos cuerpos, llegaba a la conclusión de que encontraba solo en medio de un montón de máquinas de gastar tarjetas de crédito". (39)

VIGNOLI BEATRIZ (2007), NADIE SABE ADONDE VA LA NOCHE. nouvelle. BAJOLALUNA. BUENOS AIRES


No hay comentarios.: