miércoles, enero 17, 2007

EDUCACION, ESCUELAS, ARTISTAS Y ARTESANOS

El paseo me lleva circunstancialmente ante un puesto de artesanos y una serie de productos de cerámica. El cartel invita a presenciar la creación de los diversos productos… y allí está el artesano. Lo miro trabajar y rápidamente entramos en conversación. Me da detalles de su trabajo, de su forma de vida, de la presencia de la familia que lo rodea en el negocio. Me interesa particularmente la producción que mezcla la similitud con las diferencias en los objetos de cerámica. Me habla de la matriz original y me aclara que allí está toda la creatividad del artesano. Trabaja con un tipo de yeso más resistente que admite el tallado de la forma original: de sus manos y de sus instrumentos salen vasos, jarras, jarrones, ceniceros, botellones, floreros, adornos. No se trata de la reproducción de los objetos, sino la particularidad de sus adornos, sus detalles, las inscripciones, las terminaciones. El trabajo sobre la matriz es la parte más creativa e innovadora porque allí el artesano funciona como un verdadero artista. Después me describe el proceso: la matriz permite armar, con otro tipo de yeso (mucho más absorbente) los moldes para la reproducción en serie de las creaciones. Y allí están distribuidos en los estantes los moldes que han reproducido en cada uno de los detalles a la matriz original. Algunos de los ayudantes vierten en los moldes el material de cerámica líquida que irá ocupando todos los huecos adhiriéndose a las paredes de cada molde. Cuando la sustancia se vaya solidificando por la absorción propia del yeso, dándole forma a cada una de las paredes, con rapidez los operadores irán vaciando cada uno de los moldes del líquido sobrante… y tiempo después puede observarse en los estantes la serie de objetos que se han reproducido.
A esta actividad creativa y reproductiva original se le sumarán los sucesivos pasos por el horno (a altísima temperatura), la corrección de los detalles, quitando las muecas y remediando imperfecciones. Las manos creativas se encargan de recrear en cada pieza el original imaginado. El esmaltado, la pintura y la cocción definitiva terminan depositando en nuestras manos el producto elegido.

Había conocido con anterioridad a un exquisito tallador de madera, particularmente en los diversos tipos de algarrobos, con sus variados grados de dificultad y dureza. Me había despertado curiosidad la presencia de las obras en la avenida principal y me indicaron dónde podía presenciar su trabajo y la creación de sus pieza originales. Estaba en su taller rodeado de piezas de diversos tamaños (recuerdo que me llamaron la atención las piezas de ajedrez de un metro de altura o las representaciones de escenas del Quijote en un mural de madera de grandes dimensiones) y en diversos procesos de gestación y producción. Charlamos y me explica su proceso de creación: la búsqueda de la madera, la selección de los motivos, los cortes, el descubrimiento de las formas ocultas en los materiales informes. La madera – variada en colores y dimensiones - está allí apilada en distintos lugares del gran taller, a la espera de la voluntad creadora del artista y artesano. Me da cuenta del estado de numerosas producciones: están a la espera de nuevas intervenciones y depende del grado de inspiración, versatilidad, disposición, entusiasmo. Aquí todo es matriz. Sólo un sector del taller está dedicado a la producción en serie: los operarios cortan trozos de algarrobo – todos iguales – y trabajan con el torno para sacar diversos tipos y tamaños de cuencos de madera. No es lo que le interesa, pero le permite vivir y ayudar a vivir. Le pregunto de dónde saca las ideas para crear y, sobre todo, me inquieta el recorrido del proceso de creación: ¿descubre la forma en el trozo de madera, en la materia, o busca un trozo de matera que se adapte a la realización de la forma que previamente ha definido? Resuenan en mi memoria las categorías aristotélicas, la dinámica relación entre materia y forma, entre potencia y acto, y la articulación de las cuatro causas. Me inquieta la continuidad de su capacidad, la formación de discípulos y sucesores: me contesta que ha intentado dar clases pero que no le resulta fácil entusiasmar a las jóvenes generaciones. Una joven – encargada de las ventas de los productos – he venido desde lejos para aprender el oficio. Pagará la enseñanza con su propio trabajo administrativo y comercial. Las habilidades subjetivas que se desplaza desde la inteligencia (que sabe leer en su interior los objetos posibles) hasta las manos y desde las manos hasta la mirada y el acto no morirán con él: no quedarán sólo sus obras, sino su saber trasladado a otra generación.

Vuelvo a mis temas educativos. No se trata de crear escuelas. En realidad, una vez creada la primera, reproducirlas es un mero trabajo de re-creación: están los moldes en los que hay que volcar la voluntad, el entusiasmo, los docentes, los alumnos, la organización, el manejo del tiempo y del espacio. No es una tareas fácil porque uno debe regular tiempos, materiales, detalles, horneadas, saberes para poder darle a cada una de las escuelas los caracteres específicos y originales. Desde la modernidad, las escuelas se crearon en serie aunque nunca fueron iguales: cada una tenía su propia identidad, pero eran una reproducción fiel de la matriz original.
La creatividad estuvo en el origen, cuando los fundadores configuraron e institucionalizaron un estilo de organización que expresaba la voluntad educativa de la sociedad y de la modernidad. En esos primeros tiempos (desde el siglo XVI al XVIII), el tallado que permitió disponer de un tipo de escuela, un modelo original, una forma de funcionamiento, una estructura en condiciones, representó un esfuerzo de creatividad absoluta. Pero a partir de ese paradigma, las diversas creaciones posteriores se conjugaron en torno a ese modelo: ya no hubo creatividad porque la seguridad de la matriz permitía volcar en sus moldes los elementos que reproducían el modelo exitoso. Cuando las escuelas no funcionan, cuando han entrado en crisis, cuando ya nadie reclama los productos en serie porque han dejado de cumplir las funciones originales, no se pueden – simplemente – retocar la pintura, cambiar el horno, elevar la temperatura, ampliar el tiempo de cocción, intentar modificar detalles de los moldes o de los materiales, es necesario desandar el proceso y crear una nueva matriz. No resulta fácil porque al crear una matriz no disponemos de moldes, sino de demandas y necesidades: es necesario responder con ideas, creatividad, producción, imaginación, trabajo. Pero tenemos la certeza de encontrarnos con un producto absolutamente nuevo y acordes a las nuevas circunstancias.

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