domingo, junio 03, 2007

101. DOS TEXTOS

Somos anacrónicos (¿?) devotos de la realidad textual: "Pero el registro de una cosa nunca es la misma cosa, es otra cosa, a veces la mejor y verdadera cosa...". Uno nunca sabe - en fondo - si ama mas el amor o el discurso sobre el amor, los encuentros amorosos o la versión de los mismos, las caricias o las palabras en algún lugar. Lo bueno sería, sin embargo, que el acoso textual no nos mate como amantes para convertirnos en simples escritores o ingeniosos constructores de discursos.
Guillermo MARTINEZ en su novela Crímenes imperceptibles (2003) aborda una situación curiosa a propósito de la invisibilidad de lo evidente. La realidad goza en ocultarse y en volverse nouménica, resistiéndose a la posibilidad de ser abordada. El mejor lugar para no develar o revelar la realidad es mostrándola, exhibiéndola impúdicamente, porque toda la realidad necesita y reclama un observador para revelarse. “Cuál es el mejor lugar para esconder un grano de arena? Una playa. ¿Cuál es el mejor lugar para esconder un soldado muerto? Un campo de batalla. “Es el ejemplo del friso de Hassiri dedicado al rey Nissam, guerrero infinito… en el que una multitud de muertes inventadas oculta la única muerte verdadera y condenable (la de Agartis la prometida de su hijo Nemrod) (2003: 232) El único crimen verdadero puede ser ocultado por una serie arbitraria de crímenes imperceptibles que terminarán colocándolo en una carrera imaginaria y atribuyéndolo a un asesino inexistente…

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