domingo, agosto 26, 2007

165.NATURAL

Ella: ¿me pasas a buscar a las 13,00? El : Por supuesto. Ella: Ya arreglé el lugar y convine con la persona el encuentro. Vos dejame que yo te voy indicando. Pasó a las 13. Ella subió al auto, cauta, segura, como siempre. Pero se le nota algo en la cara. Se arregla la ropa, se acomoda en el asiento del auto, se asegura el cincutón de seguridad. Ella: hoy es 24, amor. EL: Y esa es una manera diferente de celebrarlo. Se miran, cómplices. Sonríen. Hay demasiada historia allí en el minúculo espacio del auto. Salen a la ruta. Ella: al fin. Y pasa su mano sobre su pierna y lo invita a crear un gesto simétrico. El se atreve mas. Como siempre. Y ella disfruta mientras las palabras fluyen incontenibles. El viaje no es tal: no espacio, hay tiempo y tiempo concentrado. Porque pasa pero en realidad no pasa. Se detiene y no hay percepción del tiempo. Llegan. Se estacionan. Se arreglan, bajan. Natural, demasiado natural. Son pareja, funcionan bien como pareja. Allí están en el lugar elegido. Ella: ¿te gusta amor?. El : demasiado. Ordenan la comida. Frugal, pero creativa. Se miran hasta el hartarse. Disfrutan. Hay un brillo en la piel y en los ojos. Llega la persona que aguardan. Se transforman: cada en su rol, con miradas y mensajes demasiados conocidos. Y aparece otro rol. Terminan el encuentro, se levantan. Ya en el auto deciden aprovechar el sol y el río: y el auto los lleva por todos los lugares. Ella: ¿nos detemos un rato allí? El tiempo vuelve a detenerse: la gente está allí con sus menesteres cotidianos. Y ellos en el juego de las miradas y de todos los lenguajes. Se rozan, disfrutan, sueñan. Ella: ¿será posible? El: seguramente. ¿Y por qué no, amor? Y fluyen los sueños y las historias. Hay regreso. Ríen, ríen demasiado. Y aparecen historias, retazos del pasado, preguntas, observaciones, esto me gusta de vos, aquello no. Ella: no te apures que se nos termina la magia. ¿Sabes lo que pienso cuando conozco tu pasado? Que quisiera llenarte de ternura. Pone su mano en la pierna. Juega. Se miran como para no olvidarse ni en vidas sucesivas. Es demasiado natural, me digo, mientras los observo, es demasiado natural. Y los dejo en libertad en una calle cualquiera en donde ella baja y se pierde entre la gente, y él prosigue el camino de regreso a su rutina. Sé lo que significa para ellos esta fecha... y me gusta esa manera que tienen de celebrarlo: natural, demasiado natural, como si se conocieran desde siempre. Como si se conocieran para siempre. Y secretamente los envidio. ¿Que tiene de natural mi vida?

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