martes, septiembre 04, 2007

168. ¿TE ANIMARIAS A CONTARLES?

Está hablando por teléfono. Ha sonado un llamado corto y luego ha llamado él. Lo veía trabajando en su escritorio, pero se levantó y se vino a la ventana. El clima permite abrir un poco las ventanas. Yo estoy dando vuelta con los textos de Juan Escoto. No me convence la edición latina: creo que los alumnos tendrán dificultades para traducirla y prefiero decidirme por una edición traducida. Levanto nuevamente la vista, por sobre los anteojos y veo que se ha acomodado en un sillón contra la ventana. No lo veo más: vuelvo a mis textos. Naturaleza que no es creada y que crea. Teofanía. Theosis. Teia telémata... Selecciono, marco. Ha oscurecido... y ahora casi no se ve porque el departamento no ha encendido aun las luces. Lo escucho. Se ríe y responde al diálogo que llega desde el otro lado: ¿A que no te animás a contarle lo que nos pasa? ¿Raro, no? ¿Que te dirían? ¿Es imposible acaso? Escucha y se vuelve a reir. No me convence el texto: es demasiado largo y demasiado denso. Naturaleza que es creada y crea: deberé hacerles el cuadro para acompañar la memoria: Dios, las ideas ejemplares, entes individuales y sensibles, Dios a quien retornan todas las cosas... Vuelve a reirse: ¿Cuál sería la reacción? ¿No te lo creerían, no? No, no me pidas que yo haga lo mismo. Yo estoy bien así... pero vos parecés no poder contenerte: me llamaste hace un rato para decirme todo lo que sentís y para que te repita todo lo que te amo... Calla, nuevamente. Se levanta. Mira la pantalla de su monitor que es la única luz de la sala... Yo vuelvo a mi Escoto: ¿lo habrán matado a estiletazos sus alumnos? Dice algo que no alcanzo a escuchar. Saluda. Corta. La magia se pierde y yo me refugio nuevamente en el siglo IX, en algún lugar de Francia, entre textos medievales y luchas por encorsetar un pensamiento que hace piruetas para escapar. En algún lugar ha sonado el teléfono. ¿Se habrá animado, la morocha?

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